En diciembre de 2010, Mohamed Bouazizi se sintió tan frustrado por la desigualdad y la corrupción del gobierno tunecino que se prendió fuego en la ciudad de Sidi Bouzid, a 160 kilómetros al sur de la capital, Túnez, y desencadenó una serie de revoluciones en Oriente Medio y el Norte de África que se conocieron como la Primavera Árabe.
Sin embargo, más de una década después, la corrupción que tan agudamente sintió este vendedor de verduras tunecino sigue provocando disturbios civiles y violencia.
El presidente tunecino ha tomado el control del poder judicial, ha cerrado las instituciones anticorrupción y ha detenido a manifestantes. En el verano de 2022, cientos de manifestantes tomaron las calles del centro de Túnez y pidieron al presidente Kais Saied que pusiera fin a su gobierno autocrático.
Hoy, los disturbios civiles en Túnez continúan y los ciudadanos han votado con los pies: sólo el 11,2 por ciento de los votantes emitieron su voto en las últimas elecciones parlamentarias.
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El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2022 de Transparency International, que clasifica a los países en función de la corrupción en el sector público, publicado hoy, muestra cómo la región de Oriente Medio y Norte de África es un ejemplo de cómo la corrupción alimenta la violencia y los conflictos.
Las conexiones personales, conocidas como wasta en árabe, el soborno y la estratificación de la sociedad son sistemas corruptos utilizados en Oriente Medio que dan poder a unos pocos.
"La extensión de la corrupción política es una de las principales razones de la extensión de la corrupción a gran escala y de la corrupción menor, debido a la ausencia de mecanismos de rendición de cuentas, especialmente de rendición de cuentas social", declaró Transparencia Internacional a MEMO.
"En tales sistemas, los funcionarios públicos creen que son el poder supremo y que están por encima de la ley. En los sistemas democráticos, los funcionarios públicos se consideran "servidores" públicos, sometidos a un enorme escrutinio y controlados por los contribuyentes, lo que minimiza la corrupción."
Libia está incapacitada, según Transparencia Internacional, lo que ha permitido que la desigualdad y la corrupción se afiancen en medio de los disturbios que comenzaron durante la Primavera Árabe.
Tras el derrocamiento de Muamar Gadafi, los dirigentes no han logrado establecer un Estado democrático, lo que ha provocado una guerra civil entre grupos armados, la lucha de las élites por los recursos petrolíferos y la corrupción de los funcionarios públicos, que buscan su propio interés mientras la gente de a pie no puede acceder a los servicios básicos.
En Yemen y Siria, devastados por la guerra y los países peor clasificados del mundo en el índice, la corrupción está reduciendo la disponibilidad de recursos para las personas más necesitadas y, en su lugar, los canaliza hacia las personas en el poder. En Yemen, dos tercios del país necesitan alimentos urgentemente, mientras que Siria se enfrenta a un brote de cólera y a la escasez de agua potable, atención sanitaria y alimentos.
Jordania ha perdido dos puntos en el índice de este año. El gobierno ha reprimido a los periodistas aprovechando el estado de emergencia instaurado tras la pandemia, lo que a su vez ha alimentado la desconfianza de la población en las autoridades.
La invasión rusa de Ucrania y la crisis del coste de la vida han exacerbado la corrupción en esta región.
"El conflicto afectó a la economía mundial, y con la crisis económica llega la corrupción", declaró Transparencia Internacional a MEMO. "Todas las regiones se enfrentarán a nuevos riesgos de corrupción. Oriente Medio y el Norte de África, en particular, ya se enfrentan a continuas guerras, conflictos e inestabilidad, que incapacitan los sistemas y abren más oportunidades para la corrupción."
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Casi el 80% de los países de Oriente Medio y el Norte de África se sitúan por debajo de 50 en el índice, donde cero es el más corrupto y 100 el más limpio. Incluso los tres Estados árabes que se sitúan por encima de 50 -EUA, Qatar y Arabia Saudí- muestran signos de deterioro.
"Para detener el ciclo de violencia y corrupción, los líderes de Oriente Medio y el Norte de África deben invertir la tendencia al autoritarismo y abrir espacios para que todas las personas participen en la toma de decisiones", afirmó Transparency International.
"Las instituciones estatales deben existir para combatir la corrupción y prestar apoyo a los más necesitados, en lugar de desviar recursos públicos para consolidar el poder de unas pocas élites. Tras años de estancamiento, el descenso del IPC de este año debe ser una llamada de atención para emprender reformas urgentes y proteger los derechos y libertades fundamentales en toda la región."
El primer principio que deben respetar los gobiernos es la separación de poderes para garantizar que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial se supervisen mutuamente", declaró Transparency International a MEMO. "Además, unas elecciones libres y justas, facilitadas por la responsabilidad social y la libertad de expresión, son fundamentales. La protección de la sociedad civil, los medios de comunicación y los denunciantes de irregularidades les permite exigir responsabilidades al gobierno."
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