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La ironía de que Israel se ofrezca a firmar la paz entre Rusia y Ucrania

Protesta en Tel Aviv contra los ataques rusos a Ucrania el 26 de febrero de 2022 [Mostafa Alkharouf/Anadolu Agency].

Los ocupantes no critican a otros ocupantes, ¿verdad? No tiene sentido, y suena ridículo si lo hacen. Por ejemplo, imaginemos a Tel Aviv criticando la ocupación rusa de Ucrania y cómo, el inocente Israel podría elegir sus palabras al hacer una declaración oficial de dicha crítica. La idea de que un ocupante diga algo malo de otro simplemente nunca ha ocurrido, como si hubiera un acuerdo implícito entre ocupantes y agresores para no hacerlo. Esto ha sido un hecho histórico asociado al colonialismo y está tomando nueva vida propia en los días modernos.

Estoy seguro de que no han leído ni oído a ningún funcionario francés del pasado o del presente, por ejemplo, expresar su "preocupación", y mucho menos criticar, por la brutalidad y el trato inhumano de las fuerzas de ocupación italianas a los libios cuando los colonizaron en 1911. En aquella época, Francia ya llevaba 81 años ocupando Argelia, vecino occidental de Libia, y unas cuatro décadas colonizando Níger y Chad, los dos vecinos meridionales de Libia. De hecho, la Francia colonial competía con la Italia colonial en la invasión de otros países.

En Libia, los italianos fueron los primeros del mundo en utilizar aviones para bombardear a los libios, pobres y en su mayoría nómadas, que nunca antes habían oído hablar de Italia. Aquella experiencia malvada y pionera fue noticia en todo el mundo, pero en Francia y otras potencias coloniales se vio con envidia y celos. Imagino que la pregunta de entonces en los pasillos del poder francés era: ¿cómo pudieron los italianos hacer esto antes que nosotros?

La cobertura de la crisis de los refugiados en Ucrania es "racista": caricatura [Sabaaneh/Monitor de Oriente].

Las prácticas coloniales son las mismas, porque la mentalidad colonial que las produjo nunca cambió. Y, aún hoy, sigue siendo la misma.

Por eso Israel, el colonizador más antiguo del mundo moderno, ha hecho todo lo posible por evitar cualquier crítica directa y enérgica a Rusia por Ucrania, a pesar de que sus aliados se lo han pedido repetidamente. La oficialidad israelí incluso ha intentado dar una cara pública más amable para ocultar su fea realidad.

El ex primer ministro israelí, Naftali Bennett, sin vergüenza y con un exceso de confianza, tuvo la presuntuosa idea de mediar entre Moscú y Kiev apenas unos días después de que los tanques rusos cruzaran la frontera. El 27 de febrero de 2022, el atrevido y descarado Bennett hizo la oferta en una llamada telefónica al presidente Vladimir Putin. Fue una maniobra política impúdica sin precedentes.

Ni siquiera el Presidente de Ucrania se tragó la idea de "Bennett el mediador". En marzo de 2022, Zelenskyy se dirigió por videoconferencia a los legisladores israelíes y afirmó que la mediación "puede ser entre Estados, no entre el bien y el mal". El Sr. Zelenskyy podría haber necesitado que alguien le recordara que los caballeros que le escuchaban eran en realidad parte del mal en Palestina y que el dócil Bennett sólo estaba posando.

Rechazando al "pacificador" Naftali Bennett, Putin, seguramente con los ojos en blanco, preguntaba: ¿mirad quién se ofrece a hacer la paz? Después de todo, Israel sigue ocupando tierra árabe, tierra palestina, bombardea Siria casi semanalmente y amenaza a Irán todos los días. Sigue aprobando e imponiendo leyes de apartheid a los palestinos bajo su ocupación y discrimina a sus propios ciudadanos por el mero hecho de ser palestinos. Tel Aviv, sin duda, no puede reivindicar la superioridad moral en el establecimiento de la paz hasta el punto de sentirse confiada para proponer la mediación en otros conflictos. Por encima de todo, Israel es el único país de la región -quizá del mundo- sin fronteras claramente marcadas, simplemente porque no deja de expandirse acaparando más tierras cuando puede.

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El régimen que dirigía el Sr. Bennett el año pasado atacó Gaza, demolió casas palestinas, mató y encarceló a civiles palestinos, incluidos niños. El mismo régimen que existe en Israel desde su creación.

Durante las últimas siete décadas, Tel Aviv ha fracasado en su intento de firmar la paz con el mismo pueblo cuya tierra roba a diario: los palestinos. Es absurdo, poco ético, contradictorio y escandaloso escuchar a cualquier funcionario israelí criticar, de cualquier manera, lo que Rusia ha hecho y sigue haciendo en Ucrania. Es igualmente irónico oír a Israel hablar de pacificación y de facilitar las negociaciones entre dos Estados cualesquiera.

En septiembre de 2022, y después de que fracasara la oferta de "paz" del Sr. Bennett, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, a pesar de todas las malas acciones que Israel ha venido realizando a lo largo de su historia, dijo al mundo en una declaración que no "reconocerá" los resultados del referéndum ruso que, de hecho, anexionó cuatro regiones ucranianas convirtiéndolas en parte de Rusia. La declaración decía incluso que Tel Aviv reconoce la "soberanía e integridad territorial" de Ucrania.

Es una ironía de primer orden: Israel, que se anexionó los Altos del Golán sirios, gran parte de Cisjordania (y pronto el resto) y, por supuesto, Jerusalén Este ¡considera ilegal o inmoral la anexión rusa!

En noviembre del año pasado, en la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), Israel se abstuvo, mientras que otros 94 países votaron a favor de la resolución no vinculante que pedía a Rusia el pago de reparaciones por su actual invasión de Ucrania. Algunos comentaristas israelíes interpretaron esto como la respuesta diplomática más fácil y menos costosa para el voto ucraniano en apoyo de una resolución que pedía a la Corte Internacional de Justicia que asesorara sobre la ocupación israelí de los territorios palestinos, algo que Israel nunca olvidará.

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Lo que se dice del Israel oficial respecto a la postura sobre Ucrania puede decirse también de la sociedad israelí. Muchos, en el propio Israel, esperaban que la invasión rusa de Ucrania obligara a los israelíes de a pie a hacer un examen de conciencia y volverse más moderados que el Sr. Bennett, pero esta vez con sus propios vecinos, eligiendo un gobierno más moderado capaz de lograr la paz. En lugar de ello, los israelíes votaron para que Benjamin Netanyahu volviera a encabezar el gobierno más fascista, incluso para los estándares israelíes. Netanyahu no intentará lograr la paz entre Moscú y Kiev, pero se asegurará de que tampoco haya paz con sus vecinos de al lado, los palestinos.

Si Israel quiere desempeñar el papel de pacificador, debería hacer la paz con los palestinos, ante todo, reconociendo sus derechos en virtud del derecho internacional. Incluso los llamados "Acuerdos de Abraham", firmados en 2020 con cuatro países árabes, se hicieron gracias a la presión y la manipulación estadounidenses. Además, las intenciones israelíes detrás de los Acuerdos no son una paz genuina, sino otra iniciativa para, aún más, marginar a los palestinos en lugar de hacer la paz con ellos.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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Mustafa Fetouri es un académico y periodista libio. Ha recibido el premio de la UE a la Libertad de Prensa. Su próximo libro saldrá a la luz en septiembre. Puede ser contactado en la siguiente dirección: [email protected]

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