Si el compromiso de los dos Estados proporcionó a Israel el barniz necesario para avanzar gradualmente hacia la anexión mediante la expansión de los asentamientos, el dirigente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas bien podría pedir a la ONU que declare públicamente su lealtad a la empresa colonial de los colonos. En la Conferencia de la Liga Árabe en Apoyo de Jerusalén celebrada en El Cairo, Abbas declaró que "exigirá una resolución que confirme la protección de la solución de los dos Estados mediante la concesión al Estado de Palestina de la condición de miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas".
Mientras tanto, Estados Unidos ha pedido a la AP que se abstenga de tomar medidas "contra Israel" en la ONU, así como que reanude la coordinación en materia de seguridad con el Estado ocupante. El gobierno de Biden también ha pedido que se detenga temporalmente la expansión de los asentamientos israelíes.
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En respuesta, Israel "legalizó" con arreglo a sus propias leyes nueve puestos de avanzada de colonos, sin que Estados Unidos reaccionara más allá de una declaración del portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, en la que indicaba su total aquiescencia. "Por supuesto, Israel va a tomar sus propias decisiones soberanas", declaró Price. "Hemos dejado muy clara nuestra opinión, nuestra muy firme opinión al respecto".
El ministro israelí de Finanzas, Belazel Smotrich, se hizo eco de las palabras de Price. "La administración actual [en Washington] sabe que este gobierno está comprometido con los asentamientos. No hay nada malo en que dos amigos tengan disputas. Lo entienden, y así continuarán las cosas".
Todos los asentamientos y "puestos avanzados" de Israel son ilegales según el derecho internacional.
Mientras Estados Unidos e Israel se juegan sus lealtades, la AP no hace otra cosa que intentar lo que ha fracasado anteriormente. La Liga Árabe lleva décadas manchada como consecuencia de que sus miembros normalizan sus relaciones con Israel o firman tratados, incluso cuando la organización profesa su apoyo a Palestina. Los Acuerdos de Abraham volvieron a poner en el punto de mira la hipocresía de los dirigentes árabes, ya que los EAU y Bahréin se convirtieron en signatarios de los acuerdos de normalización. Durante un tiempo, Abbas desempeñó un papel supuestamente de oposición, mientras sucumbía a las concesiones del anterior gobierno israelí para mantenerse a flote políticamente, aunque fuera de forma ilegítima.
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El hecho de que Abbas busque garantías en la ONU para proteger el compromiso de los dos Estados no detendrá a Netanyahu, pero sigue arrojando luz sobre su liderazgo cómplice de la AP. La autoridad de Ramala no quiere poner de relieve que el pueblo palestino es consciente de lo mucho que está en juego; hacerlo exigiría un tipo de política diferente y del que la AP no puede ni quiere responsabilizarse. Su existencia está ligada al marco de los dos Estados, por lo que cada vez que Abbas recurre al consenso internacional, es decir, cada vez que pronuncia un discurso, no hace más que abogar por la supervivencia de la AP durante un tiempo más. Por mucho repaso cronológico que ofrezca para defender la política de los dos Estados, Palestina dista mucho de ser una preocupación para la AP.
Aunque la plena adhesión de Palestina a la ONU es actualmente improbable, como sabe Abbas, es amalgamando ambas cosas como la AP puede dar un nuevo sesgo a su viejo repertorio de posturas fracasadas. Las palabras clave son la "solución de dos Estados" y no el estatus de Palestina en la ONU. ¿Por qué no obligaría la ONU con declaraciones sin sentido o resoluciones no vinculantes, cuando los dirigentes palestinos que siguen traicionando a Palestina no exigen que se detenga la anexión de Israel?
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