En su reciente discurso populista sobre el aniversario de su invasión de Ucrania, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, parecía y sonaba como un patriarca ortodoxo dando un sermón. Trató de convencernos de que lanzó su guerra por el bien del cristianismo y sus valores. Occidente, afirmó, está tratando de destruir los valores y virtudes ortodoxos: "La destrucción de las familias, de las identidades culturales y nacionales y la perversión que supone el abuso de menores, hasta la pedofilia, se anuncian como la norma... y se obliga a los sacerdotes a bendecir los matrimonios entre personas del mismo sexo". Si la guerra de los locos se inició para defender el honor y la virtud, la invasión rusa de Ucrania es la primera guerra de la historia moderna que se libra por este honorable objetivo.
Sin embargo, no nos dejemos engañar. Los tiranos siempre recurren a la retórica populista y utilizan la religión para justificar sus crímenes, y para aterrorizar y controlar a su pueblo. Ungen al gobernante con un estatus pseudo-divino para que nadie se atreva a criticarlo o a pedirle cuentas; hacerlo sería negar la voluntad "divina". Se trata de un viejo truco romano que siguen utilizando hoy en día los regímenes neofascistas, especialmente en el miserable mundo árabe con sus dictaduras.
Putin el Patriarca hizo caso omiso de lo que dijo Putin el Zar al comienzo de su invasión de Ucrania, cuando quiso ganarse el apoyo apelando a las emociones. Lo hizo suscitando sentimientos étnicos y nacionalistas en los corazones rusos y presentando su antigua historia y civilización. Según Putin, el líder de la revolución bolchevique y fundador de la Unión Soviética, Vladimir Lenin, provocó la división del país mediante la estructura federal que estableció sobre las ruinas del Imperio ruso. Dijo que también causó la pérdida de tierras rusas que con el tiempo se convirtieron en estados separados, y que cometió un error cuando concedió a los ucranianos la independencia dentro de la Unión Soviética y cedió a Ucrania tierras rusas habitadas por rusos. Añadió que quienes tomaron el poder en Kiev eran neonazis, cuyos abuelos y padres luchaban con Hitler y mataban a rusos.
De hecho, al invadir Ucrania, Putin cayó en una trampa estadounidense. Desde entonces ha tratado de crear un nuevo mundo multipolar atrayendo a su lado a China e India, pero éstas le culparon de esta absurda guerra, por lo que entonces dijo que luchaba contra Satán.
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La "operación militar especial" del oso ruso -el eufemismo de Putin para referirse a su invasión de Ucrania- sólo duraría unas horas, afirmó, antes de poder devolver Ucrania al redil del Imperio ruso, tal y como era en tiempos de los zares. Cuando esto no ocurrió, amenazó con utilizar armas nucleares, haciendo saber a Washington que una derrota rusa significaría una guerra nuclear.
Está claro que Putin no creía que Ucrania fuera capaz de resistir a sus fuerzas armadas durante todo un año. Al parecer, los informes de inteligencia que le habían presentado con antelación confirmaban que Kiev caería en pocos días, al igual que antes cayó la península de Crimea, y que el ejército ucraniano sería aplastado. Pensó que los "neonazis" serían derrotados -así es como la cúpula política de Moscú y los medios de comunicación rusos llaman al pueblo ucraniano- y que Estados Unidos y Occidente no harían más que condenar sus acciones e imponer algunas sanciones que él podría eludir como hizo tras su ocupación de Crimea. Sin embargo, le ha sorprendido la fuerza del ejército ucraniano y el valor y la ferocidad de sus soldados, que han superado al ejército ruso y han retomado muchas zonas ocupadas por Rusia. El líder ruso también se ha visto sorprendido por la enorme cantidad de ayuda militar que Estados Unidos y Occidente han vertido en Ucrania y las sanciones sin precedentes que han paralizado la economía rusa.
Rusia VS la OTAN: Ucrania, el gas, el Mar de la Muerte... - Caricatura [Sabaaneh/Monitor de Oriente]
Tras abandonar Ucrania, Biden se reunió con los líderes del Grupo de Bucarest, formado por nueve antiguas repúblicas soviéticas. Les aseguró que su relación con Estados Unidos es sagrada y subrayó que el compromiso de su administración de defender cada centímetro del territorio de los miembros de la OTAN es lo que provocó a Putin y le hizo perder el equilibrio. Esto provocó que el líder ruso suspendiera la participación de Moscú en el Nuevo Tratado START, por el que tanto Rusia como EE.UU. se comprometen a controlar sus respectivos arsenales nucleares. En una desafiante demostración de fuerza, ordenó al Ministerio de Defensa y a la agencia nuclear rusa, Rosatom, que prepararan pruebas nucleares. Quiso intimidar a Occidente añadiendo con cierta arrogancia que es imposible derrotar a Rusia en el campo de batalla.
Estados Unidos y Occidente saben que presionar a Putin y arrinconarlo puede hacer que recurra a las armas nucleares como única opción para evitar la vergüenza y la humillación de la derrota ante el mundo y ante su pueblo en particular. Por eso, el ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger advirtió contra cualquier insistencia en derrotar a Putin y, en su lugar, pidió que la cuestión Rusia-Ucrania se resolviera por medios diplomáticos para evitar una guerra nuclear mundial.
"Hemos oído amenazas implícitas de utilizar armas nucleares", añadió el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres. "El llamado uso táctico de armas nucleares es totalmente inaceptable. Ya es hora de dar un paso atrás".
¿Está el mundo al borde de una guerra nuclear? ¿Hay otra salida?
Creo que la única es que el pueblo ruso derroque al tirano Putin. Los ha oprimido, les ha quitado la libertad y los ha arrastrado a una guerra de la que no sacan más que pobreza y ruina. Es mucho pedir para la gente corriente, pero podría ser lo que se necesita para evitar una guerra nuclear.
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