El régimen sirio de Bashar Al-Assad ha bombardeado el noroeste de Siria más de 80 veces desde que los terremotos del mes pasado sacudieron esa zona del país, así como el otro lado de la frontera, en el sureste de Turquía.
Las fuerzas del régimen sirio y las milicias afiliadas bombardearon ayer la carretera de Bab Al-Hawa, en la provincia noroccidental de Idlib, y lanzaron más de 30 cohetes y proyectiles de artillería contra varias aldeas de la provincia controlada por los rebeldes. Fueron parte de los 84 ataques perpetrados en el noroeste desde el terremoto, según Al-Araby Al-Jadeed, que citó fuentes locales.
A pesar de que, según los informes, esos ataques causaron heridas al menos a una mujer y a su hija, el transporte de mercancías y ayuda desde el otro lado de la frontera turca no se cortó ni interrumpió hoy, lo que permitió que los convoyes siguieran fluyendo hacia la provincia.
Estos repetidos ataques, apenas un mes después del devastador terremoto del 6 de febrero, marcan un tono sorprendentemente diferente por parte del régimen de Assad en comparación con sus constantes llamamientos a la asistencia internacional y garantías para distribuir ayuda a todas las zonas afectadas de Siria. También iban en contra de los llamamientos a un alto el fuego en la actual guerra civil siria.
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Damasco había exigido inicialmente que toda la ayuda procedente del extranjero se entregara al régimen para su distribución tras el seísmo, pero tras las importantes críticas internacionales, las pruebas de que las autoridades del régimen estaban robando la ayuda y desviándola, y una petición de Naciones Unidas, accedió a la reapertura de otros dos pasos fronterizos hacia el noroeste de Siria.
Sin embargo, antes de eso, se produjo un retraso significativo en los esfuerzos internacionales para aliviar el sufrimiento de los afectados por el terremoto en el noroeste de Siria, ya que los convoyes de ayuda no pudieron entrar hasta al menos cuatro días después de la catástrofe. Los equipos de rescate extranjeros tampoco pudieron o no quisieron entrar en las zonas, dejando a los Cascos Blancos y otros grupos solos en las labores de rescate, y apenas se proporcionó el equipo pesado y la maquinaria necesarios para levantar escombros.
A pesar de que el número de muertos en los territorios sirios controlados por los rebeldes es más de cinco veces superior al de los territorios controlados por el régimen, el noroeste de Siria sólo ha recibido el 13% de toda la ayuda que ha llegado al país desde el terremoto, según el grupo de ayuda local Syria Response Coordinators.