Dos personas han muerto de cólera en el noroeste de Siria, controlado por la oposición, tras el devastador terremoto que sacudió la zona, según informó ayer a Reuters una fuente de las fuerzas de rescate que operan allí.
El seísmo dejó más de 4.000 muertos en la zona controlada por la oposición, cerca de la frontera turca, y dañó las frágiles infraestructuras sanitarias y de suministro de agua, lo que hizo temer un repunte de los casos de la enfermedad.
La defensa civil dirigida por la oposición, conocida como los Cascos Blancos, dijo que el número total de muertes por cólera registradas en el noroeste desde que comenzó el brote el año pasado había aumentado a 22, con otros 568 casos no mortales reportados.
"El terremoto ha causado importantes daños en las infraestructuras y en las tuberías de agua y alcantarillado, lo que aumenta el riesgo de un brote de la enfermedad", señalaron los Cascos Blancos en un tuit.
Medical authorities report that the number of #cholera deaths in northwestern #Syria has risen to 22, with 568 cases of infection. The #earthquake has caused significant damage to infrastructure, water and sewage lines, increasing the risk of a disease outbreak. pic.twitter.com/18L3GWbcb7
— The White Helmets (@SyriaCivilDef) February 28, 2023
Un informe del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de la semana pasada afirmaba que el brote en curso se había visto agravado por la "grave escasez" de agua potable en todo el país.
Vinculado por primera vez en septiembre de 2022 al agua contaminada cerca del río Éufrates, el brote se extendió por varias zonas de control en la nación fracturada por más de una década de guerra.
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