Ha transcurrido casi una década desde que Israel inició su estrategia de "batalla entre guerras" en Siria contra fuerzas iraníes y convoyes de armas de Hezbolá. Cada pocos días o semanas, los medios de comunicación informan de un misterioso ataque en Siria, de algunos de los cuales Israel no dudó en reivindicar la autoría. Ahora se cuestiona la eficacia de esta estrategia.
Se trata de la campaña más importante llevada a cabo por el ejército israelí en Siria en los últimos años. Se le han asignado importantes recursos financieros para garantizar su continuidad y cuenta con el apoyo de los servicios de seguridad y de los políticos. Sin embargo, sigue siendo necesario reexaminarla y analizarla periódicamente para comprobar sus consecuencias. Los tiempos cambian, y también las circunstancias, mientras que el Estado ocupante sigue aferrado a una estrategia que puede no ser lo bastante eficaz para hacer frente a las nuevas tendencias y a las amenazas a largo plazo.
Los militares israelíes creen que la estrategia mantendrá las restricciones impuestas por el régimen de Assad a las fuerzas iraníes en Siria, pero puede tener un coste más elevado de lo que justifican sus beneficios. En la actualidad, la estrategia se enfrenta a un nuevo reto representado por la reacción iraní contra las fuerzas estadounidenses en la región y la incapacidad de controlarlas en Siria. Estos esfuerzos han propiciado el fortalecimiento de las relaciones entre Irán y Rusia, lo que sugiere la necesidad de una nueva estrategia, ya que se rumorea que Israel se está replanteando sus objetivos.
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En cifras, en 2018 y 2019 hubo entre 18 y 22 ataques israelíes cada año, mientras que en 2020, 2021 y 2022 hubo entre 32 y 36 ataques cada año; unos tres al mes de media. En total, entre 2018 y 2022 inclusive, hubo 145 ataques aéreos israelíes en Siria.
Aunque la estrategia logró persuadir a Assad para que pidiera a Irán y a sus representantes que no atacaran a Israel desde territorio sirio, los ataques iraníes contra bases estadounidenses en la región en respuesta a las incursiones israelíes muestran el precio pagado por los estadounidenses. Es posible que reduzcan su implicación hasta el punto de retirarse de Siria, lo que no redundaría en interés de Israel. La continuación de este tipo de ataques plantea dudas sobre la continuidad del apoyo estadounidense a la campaña israelí para limitar la presencia de fuerzas iraníes en Siria.
Los informes israelíes muestran que los esfuerzos para presionar al régimen sirio no detienen el flujo de armas iraníes; se han establecido instalaciones subterráneas de armas para crear una protección a largo plazo contra los ataques aéreos. El hecho de que Israel se haya centrado en bombardear los aeropuertos sirios de Damasco y Alepo ha aumentado la tensión entre Tel Aviv y Moscú, y con el estallido de la guerra de Ucrania, los israelíes están preocupados por restringir las operaciones aéreas en Siria y perjudicar sus intereses. Aunque la coordinación operativa entre Israel y Rusia sigue siendo buena, varios acontecimientos pueden indicar la posibilidad de su declive, teniendo en cuenta el acercamiento de Irán a Rusia.
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Un cambio de estrategia podría llevar a Israel a reducir sus ataques contra objetivos civiles, como aeropuertos e infraestructuras, a cambio de la posibilidad de reforzar el trabajo encubierto, que podría tener un gran potencial en la consecución de los objetivos israelíes. Altos mandos del ejército hablan de una nueva política que no sustituye a la "batalla entre guerras", sino que la refuerza. Esto podría incluir la intensificación de la guerra cibernética y económica, y esfuerzos diplomáticos y económicos, ya sea con la cooperación regional, o con grupos de población dentro de Siria como los drusos y los kurdos.
Israel parece haber llevado sus ataques contra objetivos iraníes a otros países de Oriente Próximo, como Irak, Yemen, Líbano y, en ocasiones, el propio Irán. El objetivo es realizar ataques ocasionales sin arrastrar a Israel a una guerra total. Trata de rebajar la intensidad de sus ataques mientras su estrategia pretende en parte reforzar su posición en la región.
Cuando se adoptó la estrategia de "batalla entre guerras", Israel elaboró un plan de acción semanal para su fuerza aérea en Siria, incluso mientras los políticos negaban la responsabilidad de los ataques, dando a Siria espacio suficiente para negar que realmente se hubieran producido en un intento de evitar una escalada. En algunos casos, los sirios utilizaron baterías antiaéreas para impedir los ataques israelíes, lo que hizo creer a los israelíes que el enemigo avanzaba a un ritmo vertiginoso. Desde el punto de vista de Siria, la intención era mantener al ejército israelí ocupado las 24 horas del día.
En todo momento, Israel ha procurado que sus operaciones militares en el interior de Siria no provocaran bajas israelíes, especialmente entre sus pilotos. Han tenido que prepararse para todas las eventualidades, incluso para lo inesperado, dado el volumen de misiles antiaéreos a los que podrían enfrentarse.
Así pues, tras una década de su estrategia de "batalla entre guerras", puede decirse que los ataques de Israel en Siria han aumentado la agresividad del Estado para atacar los convoyes de armas iraníes. El temor siempre ha sido que Irán haga esfuerzos similares y encuentre otras formas de suministrar armas a sus aliados regionales en Líbano y otros países, además de Siria. El estallido de una gran guerra es siempre una posibilidad, que Israel trata de evitar limitando sus ataques aéreos y manteniendo al mismo tiempo un factor disuasorio.
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