El acuerdo firmado entre Arabia Saudí e Irán bajo los auspicios de China el 6 de marzo despertó mucho interés en el mundo árabe, Oriente Medio y el mundo en general. Llegó tras una ruptura diplomática entre ambos países en 2016, con una declaración que lo confirmaba: "Es una respuesta a la iniciativa del presidente chino de apoyar las relaciones entre Irán y Arabia Saudí". A pesar del acuerdo para reabrir las dos embajadas con representación diplomática en un plazo de dos meses, el ministro de Exteriores saudí declaró que el acuerdo no significa necesariamente resolver todos los problemas entre los dos países. A esto siguió la declaración del ministro saudí de Finanzas, Mohammed Al-Jadaan, de que las inversiones saudíes en Irán podrían producirse muy rápidamente sin obstáculos siempre que se respeten los términos del acuerdo.
A pesar de la importancia de este acuerdo, la característica más destacada es el patrocinio chino porque refleja la creciente influencia estratégica china a nivel mundial y la escalada del interés práctico de China en Oriente Próximo. Sin duda, no se trata de un paso aislado en el contexto del desarrollo de las relaciones exteriores chinas. Se produjo tras la vigésima conferencia general del Partido Comunista Chino, seguida de tres cumbres chinas celebradas en Arabia Saudí, las primeras de este tipo a las que asistió el presidente chino. El presidente Xi Jinping la describió como la apertura de una "nueva era" para las relaciones entre China, el mundo árabe, los Estados del Golfo y Arabia Saudí, durante la cual se firmaron importantes memorandos de entendimiento y acuerdos entre China y los países árabes. Estos pasos indican la visión que China tiene de la región y hasta dónde podrían llegar las ambiciones chinas.
El paso de acercamiento viene dado por la escalada del papel chino y la transformación de la política exterior de Pekín, que ha pasado de una tímida política que suele estar a la sombra de la rusa, a una política de iniciativa que da prioridad a Oriente Medio y el Golfo. Dada la gran importancia que la región representa para China, especialmente en el expediente energético y en la Iniciativa "Belt and Road", el ministro de Asuntos Exteriores chino comentó, describiendo el acuerdo como: "Una victoria para el diálogo, una victoria para la paz y una buena noticia importante en un momento en que el mundo está agitado". Se trataba de una referencia indirecta a la guerra ruso-ucraniana y a la posibilidad de que China pudiera desempeñar un papel conciliador en medio de las acusaciones de Occidente de que China se pone del lado de Rusia.
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Todas estas tensiones y acusaciones indican que China tiene un objetivo claro y masivo, y está interesada en trabajar en un rápido desarrollo, ya sea militar, económico o en el plano de las relaciones, porque es consciente de que la confrontación con "Occidente" es inevitable. Sin embargo, intenta evitar cualquier enfrentamiento directo con Estados Unidos y Occidente, o al menos posponerlo el mayor tiempo posible hasta que esté preparado.
El hecho de que Arabia Saudí haya dado este paso de reconciliación con Irán significa que la estrategia de Israel hacia Irán en la región se ha vuelto muy cuestionable porque el acercamiento irano-saudí representa un revés para la política exterior israelí, que durante los últimos años se ha basado en aislar a Teherán, incitar a la guerra con él y dar la imagen de que la región está unida contra Irán y preparada para un enfrentamiento militar con él. También es muy probable que afecte negativamente al proceso de normalización liderado por Estados Unidos, ya que el acuerdo saudí-iraní podría conducir al apaciguamiento en los expedientes candentes de la región, como el yemení, el libanés, el sirio e incluso el iraquí. Entonces disminuirá la necesidad de los Estados del Golfo del paraguas de seguridad estadounidense, lo que significa un declive del papel de Estados Unidos en la región. Por lo tanto, un retroceso para Israel, con lo que representa una entrada semiobligatoria en EE.UU., más bien, la normalización puede convertirse en una pesada carga para sus propietarios sin mucho beneficio y ya no será necesaria.
Parece que la parte oficial israelí, encabezada por el primer ministro Benjamin Netanyahu, sigue en estado de negación. Netanyahu hizo declaraciones desde la capital italiana, Roma, tras el anuncio oficial del acuerdo saudí-iraní, sobre su intención de proseguir sus esfuerzos para normalizar las relaciones entre Tel Aviv y Riad mediante la creación del ferrocarril del Hiyaz y la conexión de Haifa y Arabia Saudí con el proyecto de tren a través de Jordania. A nivel extraoficial, especialmente en la oposición, la preocupación israelí por el acuerdo era evidente, y el asunto llegó al punto de calificarlo de acontecimiento peligroso para Israel y de victoria política para Irán, según el ex primer ministro israelí Naftali Bennett.
Una vez más, el acuerdo saudí-iraní puede verse expuesto a reveses inmediatos. Sin embargo, en el plano estratégico, es un indicio de la escalada de la influencia de China en el mundo y de su expansión a la hora de establecer sus relaciones con los países en detrimento de la influencia de Estados Unidos. Esto es especialmente cierto en Oriente Medio, ya que el acuerdo refleja el deseo de Pekín de asumir un papel más importante en la región. Es posible que pronto veamos su implicación en la cuestión palestina y en el resto de las grandes cuestiones regionales.
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