Irak es el segundo productor de crudo de la OPEP, después de Arabia Saudí. Sin embargo, a pesar de la enorme riqueza petrolífera del país y de los importantes ingresos procedentes de las exportaciones de crudo, Irak importa alrededor del 40% de su gas de Irán y sigue luchando por satisfacer las necesidades energéticas básicas de sus habitantes. La grave escasez de suministro eléctrico y de energía ha dejado a muchos hogares con sólo unas pocas horas de electricidad al día y sin agua limpia y caliente.
Veinte años después de la guerra para "liberar Irak", la promesa de un Irak próspero, democrático y financiado por el petróleo aún no se ha materializado. El legado de la guerra contra Irak dirigida por Estados Unidos se ha caracterizado por la inestabilidad política, la violencia sectaria, la corrupción y el fracaso a la hora de establecer un gobierno sostenible y responsable. Aunque la invasión de 2003 apartó del poder a un dictador, el esfuerzo de reconstrucción dirigido por Estados Unidos no ha logrado establecer un sistema transparente y responsable, dejando a Irak luchando por reconstruir y establecer una democracia que funcione.
Durante los años transcurridos desde la invasión estadounidense, la falta de estabilidad política y seguridad no sólo ha devastado la economía, las infraestructuras y el tejido social del país, sino que también ha impedido a Irak atraer inversiones extranjeras significativas. Esta situación se vio agravada por la aparición de grupos extremistas como Daesh. Sin embargo, los iraquíes han luchado contra otro problema quizá más generalizado: la corrupción.
Corrupción y mala gestiónEn octubre de 2022, una investigación descubrió la asombrosa cantidad de 2.500 millones de dólares en fondos fiscales malversados, en lo que se describió como el "atraco del siglo". El caso de malversación, en el que está implicada una red de altos funcionarios, políticos y empresas, es sólo uno de los grandes escándalos de corrupción que han saltado a los titulares del país, en medio de unas estimaciones de casi 320.000 millones de dólares perdidos por la corrupción de las arcas del Estado en los 15 años posteriores a la era Sadam.
A menudo se acusa a funcionarios y políticos iraquíes de desviar fondos y recursos públicos en beneficio propio, incluidos los ingresos del petróleo. Desde sueldos y empleados fantasma, hasta sobornos e incluso contrabando de petróleo, esta corrupción rampante que azota Irak desde hace décadas ha reducido enormemente la cantidad de fondos disponibles para invertir en el ineficiente sector energético del país, en sus infraestructuras y en el desarrollo económico en general.
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A pesar de ser un gran productor de crudo -las exportaciones en marzo de 2022 supusieron unos ingresos récord de 11.070 millones de dólares, la cifra más alta desde 1972-, la limitada capacidad de refinado de Irak y su inadecuada infraestructura han hecho que el país dependa de la importación de productos refinados del petróleo para satisfacer la demanda interna, principalmente de Irán.
La falta de transparencia, unida a la mala gobernanza y a la ausencia de rendición de cuentas, ha obstaculizado la capacidad del país para gestionar eficazmente la distribución de su riqueza petrolera, dejando a la población con escasa información sobre cómo se gastan los ingresos del petróleo y cómo se adjudican los contratos.
Disputas en curso
El gobierno central de Bagdad también ha intentado -y no ha conseguido- imponer su control sobre algunas de las regiones ricas en petróleo del país, especialmente en las zonas controladas por los kurdos en el norte.
Aunque la mayor parte de la riqueza petrolera de Irak se encuentra en las regiones meridional y sudoriental del país, donde hay vastos yacimientos, la región controlada por el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) en el norte de Irak también alberga importantes reservas de petróleo, estimadas en unos 45.000 millones de barriles. El GRK comenzó a exportar petróleo de forma independiente en 2014, desafiando al gobierno central de Bagdad, con la creación de su propio oleoducto a Turquía.
El gobierno de Bagdad, que gestiona y regula la industria petrolera, incluida la producción y exportación de petróleo, se opuso a las exportaciones independientes de petróleo del GRK, y ambas partes se enzarzaron en una disputa legal sobre el asunto. En febrero de 2022, el Tribunal Supremo Federal de Irak dictaminó que la producción y exportación de petróleo y gas natural del GRK es inconstitucional y que todos los contratos entre el GRK y las compañías petroleras internacionales son ilegales. La sentencia fue rechazada por el GRK y el litigio sigue abierto.
La riqueza petrolera de Irak sigue siendo un motor clave de su economía, pero el país se enfrenta a graves problemas para resolver la importante brecha entre la oferta y la demanda y gestionar y distribuir eficazmente sus recursos en beneficio de sus ciudadanos, cuya vida cotidiana se ve afectada por la falta de energía fiable, con empresas y escuelas obligadas a cerrar durante los cortes de electricidad y muchos hogares que recurren a generadores u otras fuentes alternativas de energía. Impulsadas por el descontento generalizado con la corrupción del gobierno, su mala gestión económica y su incapacidad para proporcionar servicios básicos, en octubre de 2019 estallaron en todo Irak una serie de manifestaciones masivas que exigían un cambio.
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Últimamente, Irak mira menos hacia Estados Unidos y más hacia China para el desarrollo de su sector energético, como pone de manifiesto el acuerdo "petróleo por construcción" de 2019. En febrero de 2023, el país firmó acuerdos con empresas emiratíes y chinas para explotar sus yacimientos de gas y petróleo en un intento de ser más autosuficiente y reducir la dependencia de las importaciones iraníes. El gobierno del primer ministro Mohammed Al-Sudani también ha anunciado el desmantelamiento de la mayor red de contrabando de petróleo de la gobernación de Basora, en la que están implicados oficiales de alto rango y altos cargos.
Con unas reservas probadas de petróleo estimadas en 145.000 millones de barriles e importantes recursos petrolíferos sin explotar, Irak tiene potencial para resolver muchos de sus arraigados problemas económicos. Pero una cosa sigue estando clara: la gobernanza eficaz y la transparencia son cruciales para que Irak pueda capitalizar con éxito su riqueza petrolera y dirigirla hacia el desarrollo del país para satisfacer las necesidades y demandas de sus ciudadanos y proporcionar estabilidad.
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