Desde que Benjamin Netanyahu asumió el cargo de primer ministro por sexta vez en una alianza con la derecha racista extremista hace tres meses, Israel ha estado sumido en una profunda crisis. La situación se ha vuelto cada vez más caótica, y Netanyahu parece estar luchando por mantener el control mientras la sociedad israelí se fragmenta en sectores enfrentados.
El ex presidente israelí, Reuven Rivlin, ha advertido que la política exterior del país debe basarse en mantener una alianza estratégica con Estados Unidos. Sin embargo, Netanyahu ha acusado recientemente a Estados Unidos de estar detrás de las manifestaciones en su contra, lo que ha generado tensiones entre ambos países.
La crisis ha llegado al punto de que algunos medios israelíes han insinuado la necesidad de un golpe militar, ya que el caos generado por el gobierno de Netanyahu está forzando a Israel a una situación imposible.
Los últimos sondeos de opinión muestran un apoyo abrumador a la oposición, lo que sugiere que muchos votantes que apoyaron al gobierno de Netanyahu se han dado cuenta de su error y de la mala elección que hicieron al votar por un gobierno extremista de derechas. Es evidente que la debilidad de Netanyahu y su sumisión a la derecha racista extremista están poniendo en peligro la seguridad de Israel.
En resumen, la situación política en Israel es cada vez más inestable y caótica debido a la incapacidad del gobierno de Netanyahu para mantener la unidad en la sociedad israelí y su falta de visión para el futuro del país. Es necesario un cambio de liderazgo que ponga fin a esta crisis y permita a Israel avanzar hacia un futuro más seguro y próspero.
Netanyahu ha engañado al pueblo israelí haciéndolo creer que su gobierno es capaz de lograr lo que ninguno de los anteriores pudo, prometiendo imponer la división espacial de la mezquita de Al-Aqsa y alcanzar el control total de la mezquita mediante el sionismo religioso, liderado por su aliado Ben-Gvir. Al mismo tiempo, les prometió a los israelíes atraer a más países árabes para normalizar sus relaciones con Israel y prometió prosperidad económica. Sin embargo, en los últimos 100 días, ha quedado claro que estas promesas eran falsas y engañosas.El pueblo palestino ha demostrado su total disposición a defender la mezquita de Al-Aqsa y ha ofrecido su vida y sangre como sacrificio por ella. Queda claro que imponer la división espacial de la mezquita y la soberanía israelí sobre ella es una fantasía y sería un punto de inflexión en el conflicto palestino-israelí con implicaciones en la región y obstáculos para normalizar las relaciones con otros países árabes, como Netanyahu soñaba.
La mayoría de los israelíes se han dado cuenta de que desmantelar la Autoridad Palestina en Ramala, como piden los aliados de Netanyahu, significaría su eliminación. La Autoridad Palestina es la autoridad de coordinación de la seguridad de Abbas que protege a Israel de la Resistencia palestina y controla la situación en términos de seguridad. Actúa como barrera contra los ataques de la Resistencia y previene una tercera Intifada. Eliminar la Autoridad Palestina significaría regresar a una situación clara y real: una Ocupación y una nación que ejerce su derecho legítimo a resistir. La propaganda sionista ha trabajado para distorsionar esta realidad desde el inicio del proyecto sionista, representada por el establecimiento de un falso Estado palestino que trabaja para Israel y sigue sus órdenes. La Autoridad Palestina es la mayor mentira de la historia, una trampa en la que cayeron los palestinos. El difunto líder palestino, Yasser Arafat, se dio cuenta de ello y regresó frustrado de su última reunión con el ex presidente estadounidense Bill Clinton y el primer ministro israelí Yitzhak Rabin en Camp David, y comenzó la segunda Intifada, la Intifada de Al-Aqsa, antes de ser aislado y envenenado.
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