Cuando en agosto de 2022 Israel lanzó una guerra contra la Franja de Gaza, declaró que su objetivo era únicamente la Yihad Islámica, dejando fuera a otros grupos de la región. Sin embargo, para Tel Aviv cualquier forma de resistencia palestina es considerada terrorismo o incitación, lo que podría demostrar su temor a luchar contra todas las facciones palestinas al mismo tiempo.
Para Israel, las guerras en Gaza han sido cada vez más complicadas con el tiempo. En 2014, la llamada "Borde Protector" fue muy costosa en términos de pérdida de vidas, mientras que en mayo de 2021, el llamado "Amanecer" unió a los palestinos y resultó en una victoria estratégica para ellos, sin avances significativos para Israel.
En agosto de 2022, aunque los grupos de Gaza brindaron apoyo logístico a la Yihad Islámica, se abstuvieron de participar directamente en la lucha, lo que algunos palestinos interpretaron como debilidad, desunión e incluso oportunismo político.
Casi un año después, tras la publicación de imágenes de la policía israelí golpeando sin sentido a fieles palestinos en la mezquita de Al Aqsa, los palestinos se levantaron al unísono. Esta vez, fueron los grupos de resistencia de Gaza, Líbano y Siria los primeros en lanzar cohetes contra Israel.
Aunque Israel devolvió el golpe contra varios objetivos, parecía claro que Tel Aviv no estaba interesado en una guerra de varios frentes con los palestinos, para evitar un nuevo fiasco como el de 2021.
Las violentas incursiones militares israelíes en Al Aqsa y otros ataques en Cisjordania pretendían dar capital político al gobierno de Benjamín Netanyahu. Sin embargo, esta estrategia sólo tendría éxito si se pudiera mantener la violencia confinada en regiones aisladas.
Las operaciones militares prolongadas han sido inútiles para Israel en los últimos años, fracasando repetidamente en Gaza y en el sur del Líbano. El cambio inevitable de estrategia ha resultado costoso para Israel, potenciando la Resistencia palestina y privándola de su supuesta capacidad de disuasión.
El discurso político que proviene de Israel recientemente ha sido inusual, según se informa en un artículo reciente. Después de una reunión sobre seguridad con Netanyahu en abril, el líder de la oposición israelí, Yair Lapid, expresó su preocupación por la incompetencia del gobierno y la pérdida de apoyo de los Estados Unidos y la comunidad internacional. La política israelí siempre ha sido divisiva, pero los políticos han encontrado un terreno común en la cuestión de la seguridad. Sin embargo, la exposición pública de las debilidades de Israel por parte de Lapid para obtener beneficios políticos revela un deterioro del frente político de Tel Aviv.
Más preocupante aún es la pérdida de la capacidad disuasoria de Israel. Un artículo en el Jerusalem Post señaló que Israel ya no decide cuándo se libran las guerras. Los grupos de resistencia palestinos han aprendido a instigar su propio anillo de fuego alrededor de Jerusalén, y aunque Israel no ha perdido en guerras recientes, no ha podido controlar la duración y el discurso político en torno a ellas. Esto ha resultado en un desastre de relaciones públicas para Israel en el extranjero y ha aumentado la inestabilidad interna.
Por ejemplo, los palestinos se negaron a ampliar la guerra de agosto de 2022, que fue iniciada por Israel, pero tomaron la iniciativa disparando cohetes contra Israel en abril de 2023. Esto obligó a Israel a implicarse militarmente en varios frentes, incluyendo Gaza, Líbano, Siria y posiblemente Cisjordania. La pérdida de la capacidad disuasoria de Israel es peligrosa y podría llevar a más conflictos en el futuro.
Durante sus 75 años de conflicto con palestinos y árabes, el éxito militar de Israel se ha basado en gran medida en el apoyo sin trabas de sus aliados occidentales y en la desunión de sus enemigos árabes. Esta situación le permitió a Israel ganar guerras en múltiples frentes en el pasado, incluyendo la guerra de 1967, que podría considerarse su principal éxito militar.
Sin embargo, después de la resistencia árabe en la guerra de 1973, Israel cambió su enfoque y se centró en conflictos militares diferentes, fortaleciendo su ocupación en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, y lanzando guerras masivas en frentes singulares, como la guerra de Líbano en 1982.
La retirada israelí de Líbano en 2000 y el fracaso en la reinvasión de partes del país en 2006 limitaron en gran medida las ambiciones militares de Israel en Líbano. A partir de entonces, Israel se centró en Gaza, lanzando varias guerras devastadoras a partir de 2008, pero descubriendo que sus opciones militares en la asediada Franja son ahora tan limitadas como las de Líbano.
Para algunos israelíes, como Lapid, el futuro de la "disuasión" de Israel se enfrenta a un desafío sin precedentes. Si el ejército israelí no puede operar a gusto y en el momento que elija, Tel Aviv perdería su "ventaja militar", lo que representa una vulnerabilidad a la que Israel rara vez se ha enfrentado antes.
A pesar de las disputas abiertas entre políticos y estrategas militares israelíes sobre quién es responsable del debilitamiento de la "disuasión" de Israel, muy pocos parecen dispuestos a considerar que la mejor oportunidad de supervivencia de Israel es la coexistencia pacífica con los palestinos, basada en los principios internacionales de justicia e igualdad. Este hecho obvio ha eludido a Israel durante décadas de conflicto violento y existencia problemática.
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