En Sudán, una grave crisis política está desatando una lucha por el poder que podría provocar una guerra civil. El enfrentamiento es entre las fuerzas regulares lideradas por el jefe del Ejército, el general Abdel Fattah Al-Burhan, y una milicia paramilitar liderada por el antiguo señor de la guerra, el general Mohamed Hamdan Dagalo, también conocido como Hemedti.
Hemedti dirige las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR), una fuerza irregular que cuenta con más de 100.000 combatientes. La milicia ha demostrado ser un rival difícil, ya que se ha fundido en las zonas residenciales de la capital, donde las tácticas militares convencionales no tienen ventaja.
La lucha por el poder entre estos dos hombres podría provocar un conflicto prolongado que afectaría a la estabilidad y la economía del país. Desde que comenzaron los enfrentamientos el sábado, al menos 270 personas han muerto y 2.600 han resultado heridas. Decenas de hospitales han sido cerrados y los residentes se sienten acobardados y con suministros cada vez más escasos. La situación es muy preocupante para la población sudanesa y las perspectivas de paz y estabilidad en la región están en peligro.
En profundidad: la lucha por el poder detrás de los enfrentamientos en Sudán
Hemedti, un hombre que abandonó la escuela y ahora tiene más de 40 años, comenzó su carrera como comerciante de camellos en Darfur. Según Muhammad Saad, uno de sus antiguos ayudantes, Hemedti se vio obligado a tomar las armas por primera vez cuando un grupo de hombres atacó su convoy comercial, matando a más de 60 miembros de su extensa familia y robando su ganado.
Con el tiempo, Hemedti perfeccionó sus habilidades de combate y liderazgo al aliarse con el gobierno para sofocar la rebelión en Darfur que comenzó en 2003. Las milicias que formó se hicieron conocidas como los Janjaweed, un término árabe que significa "demonios a caballo", reflejando su temible reputación.
La Corte Penal Internacional acusó al entonces presidente Omar Al-Bashir de ser el autor intelectual de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en la campaña que lanzó para aplastar la revuelta. El gobierno de Bashir negó las acusaciones de atrocidades, afirmando que sólo se atacó a los rebeldes en el conflicto que duró años, mató a unas 300.000 personas y desplazó a 2 millones.
Hemedti, sin embargo, ha sido criticado por su papel en el conflicto y su participación en presuntas atrocidades. Su historia es un recordatorio de la complejidad y la tragedia de los conflictos armados, y subraya la importancia de abordar las raíces del conflicto y trabajar hacia una paz duradera.
El abandono de su benefactor
En medio de la violencia y el caos, Hemedti llamó la atención del general Bashir, quien llegó al poder en un golpe de estado en 1989. La milicia de Hemedti se transformó en la RSF y se convirtió en un ejecutor del gobierno. Además, Bashir permitió que su familia y amigos vendieran el oro de Sudán, lo que le permitió acumular una gran fortuna.
Sin embargo, Hemedti finalmente se volvió en contra de Bashir después de que fuera depuesto en 2019. Hemedti se aseguró el puesto de jefe de Estado adjunto, un cargo que depende técnicamente de Burhan, y comenzó a dedicarse a la política, dando discursos y reuniéndose con diplomáticos occidentales.
Aunque la RSF carece de la disciplina del ejército, sus combatientes son expertos en el uso de fusiles de asalto AK-47, granadas propulsadas por cohetes y camionetas con ametralladoras montadas, lo que los convierte en una fuerza ágil. Sin embargo, han mantenido una reputación brutal, ya que se les ha culpado de la sangrienta represión de un campamento de protesta en 2019 en Jartum, donde murieron más de 100 personas.
Por otro lado, Burhan es un militar de carrera con 41 años de servicio, la mayoría bajo el mandato de Bashir. Convirtió a Sudán en un paria internacional, incluyéndolo en la lista de países terroristas de Estados Unidos, y la economía del país fue golpeada por sanciones. Burhan ha demostrado ser un hábil operador político y ha declarado que fue uno de los militares que pidió a Bashir que renunciara.
Los aliados de Bashir tras Burhan
Desde entonces, el general Abdel Fattah al-Burhan se ha convertido en el líder de facto de Sudán y ha llegado a un acuerdo de reparto del poder con la población civil. Este acuerdo tenía como objetivo situar a Sudán en una senda de tres años hacia la democracia. Sin embargo, las protestas de la oposición han surgido alegando que el ejército mantiene el control del país. Estas protestas han enfrentado una feroz respuesta de las fuerzas de seguridad de Burhan.
Aunque tanto Burhan como Hemedti ascendieron bajo el mandato de Bashir, los grupos islamistas que fueron un pilar del gobierno de Bashir durante tres décadas podrían desear la derrota de Hemedti y una victoria del ejército regular de Burhan, que devuelva a sus aliados militares al gobierno.
Los grupos prodemocráticos han afirmado que los leales a la era de Bashir podrían tratar de volver al poder tras la lucha del ejército con la RSF.
Por el momento, la batalla por Jartum continúa en medio de encarnizados combates por el control de activos estratégicos como el aeropuerto, el cuartel general del ejército y la radiotelevisión estatal. Además, los servicios sanitarios están al borde del colapso tras el bombardeo de hospitales y el secuestro de ambulancias.
Tanto Burhan como Hemedti se mantienen firmes en sus posiciones. Burhan ha ordenado la disolución del grupo paramilitar RSF y lo ha declarado grupo rebelde. El ejército quiere que la RSF se integre en el ejército regular y esté bajo su control, según dos fuentes militares. Hemedti, por su parte, ha tachado a Burhan de "criminal" y ha declarado que llegará hasta él y lo entregará a la justicia o morirá en el intento.
Los aliados de Bashir tras Burhan
Desde entonces, el general Abdel Fattah al-Burhan se ha convertido en el líder de facto de Sudán. Tras alcanzar un acuerdo de reparto del poder con la población civil, se comprometió a situar a Sudán en una senda de tres años hacia la democracia y celebrar elecciones en julio de 2023. Sin embargo, los opositores han denunciado que ha puesto a los militares firmemente al mando, lo que ha provocado una serie de protestas contra el control militar del poder. Estas protestas han sido reprimidas por las fuerzas de seguridad de Burhan de manera violenta.
Aunque tanto Burhan como Hemedti ascendieron bajo el mandato de Bashir, los grupos prodemocráticos temen que los islamistas que fueron un pilar del gobierno de Bashir durante tres décadas traten de volver al poder. Estos grupos prodemocráticos han afirmado que los leales a la era de Bashir, a veces denominados los "remanentes" del antiguo orden, podrían tratar de romper el país en pedazos para hacerse con el control del país una vez más.
La batalla por Jartum continúa, en medio de encarnizados combates por el control de activos estratégicos como el aeropuerto, el cuartel general del ejército y la radiotelevisión estatal. Ninguno de los dos líderes parece estar dispuesto a ceder en sus demandas. Burhan ha ordenado la disolución del grupo paramilitar RSF y lo ha declarado grupo rebelde, mientras que el ejército quiere que la RSF se integre en el ejército regular y esté bajo su control, según dos fuentes militares.
Hemedti, por su parte, ha tachado a Burhan de "criminal" y ha declarado que lo buscarán y llevarán ante la justicia o morirá como cualquier otro perro. Los líderes militares y civiles de Sudán deberán trabajar juntos para encontrar una solución pacífica a esta situación y garantizar que Sudán avance hacia la democracia de manera estable y segura.
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