Israel se prepara para enfrentar la creciente incitación palestina en las redes sociales durante los enfrentamientos, después de haber detenido a más de un centenar de jóvenes palestinos y activistas de los medios de comunicación en las últimas semanas del Ramadán. La policía israelí ha establecido una unidad de seguridad para lidiar con la incitación en línea, especialmente en relación a la lucha por las narrativas en torno a los incidentes en Jerusalén y la mezquita de Al-Aqsa.
La formación de esta unidad surgió después de los tiroteos en la Jerusalén ocupada y los desalojos de fieles de la mezquita de Al-Aqsa, que provocaron la caída de cohetes palestinos sobre Jerusalén. Israel no sabía cómo gestionar la información publicada por Hamás, lo que llevó a la creación de un comité para manejar la información. El comité, compuesto por la policía, el ejército, el Shin Bet y el Ministerio de Asuntos Exteriores, tiene como objetivo garantizar la seguridad y actuar rápidamente contra las noticias hostiles.
La unidad de seguridad monitorea las redes sociales en busca de videoclips subidos que contengan la leyenda "Al-Aqsa está en peligro", y promueve las afirmaciones israelíes de que permite a los fieles rezar en la mezquita de Al-Aqsa y garantiza la libertad de culto. También investiga todas las noticias de eventos en tiempo real a medida que se emiten.
En su búsqueda de la guerra religiosa, Israel está uniendo a árabes y musulmanes en torno a Palestina - Caricatura [Sabaaneh/Monitor de Oriente].
El sistema judicial israelí ha empezado a imponer severas penas, que incluyen multas de miles de shekels y amenazas de expulsión de la ciudad santa, a los activistas palestinos que elogian a los combatientes de la resistencia en las redes sociales dándoles "me gusta", compartiendo y comentando publicaciones sobre ellos. Durante el Ramadán, más de 150 activistas fueron vigilados, se identificó a 100 como sospechosos y se dictaron 36 autos de procesamiento.
A pesar de los esfuerzos propagandísticos de los medios de comunicación israelíes e internacionales por falsear la verdad, la labor de los responsables de los medios de comunicación y la propaganda en la Jerusalén ocupada ha tenido una gran repercusión simplemente con el uso de sus teclados. Esto ha causado frustración a la seguridad israelí, que no ha dejado de detener e inculpar a los activistas, pero la realidad siempre se abre camino y se difunde en las plataformas de las redes sociales.
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TikTok, Facebook e Instagram son los únicos lugares que revelan lo que ocurre en la mezquita de Al-Aqsa. Los israelíes confiesan que las protestas palestinas en Al-Aqsa y la incapacidad de la ocupación para hacerles frente provocan el enfado de sus foros de seguridad y militares por lo que han conseguido los palestinos en el enfrentamiento permanente contra la ocupación. Mientras la ocupación intenta hacer frente a todo ello, los palestinos celebran la victoria tras movilizar a los jerosolimitanos para izar banderas palestinas en Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca.
A los sucesivos fracasos militares y de seguridad israelíes les sigue el fracaso de sus aparatos de propaganda y medios de comunicación, sobre todo teniendo en cuenta las acusaciones contra el primer ministro Benjamin Netanyahu de que desprecia a los medios de comunicación y a las instituciones de propaganda y de que no consigue hacer llegar sus mensajes diplomáticos públicos. Se ha llegado al punto de reconocer que el mundo ya no cree la narrativa israelí y que se ha convertido en un reloj roto que da las campanadas dos veces al día.
Ya no es un secreto que la propaganda israelí salta de una crisis a otra, se toma un largo respiro, espera el siguiente fracaso y vuelve a fracasar. La propaganda y la diplomacia pública son elementos centrales y esenciales en la toma de decisiones, no asuntos marginales. Ayudan a crear una masa crítica de opinión pública en base a la cual los organismos y gobiernos internacionales forman sus posturas hacia Israel. Actualmente se presenta a Israel en el mundo como un país débil, dividido y preocupado por sus asuntos internos y, sobre todo, que se deteriora rápidamente y se convierte en un régimen dictatorial. Por ello, en los últimos tiempos, Israel ha perdido gran parte de la legitimidad de la que gozaba como Estado agresivo.
El trabajo de los medios de comunicación israelíes en un ambiente tan difícil es costoso, teniendo en cuenta a lo que se enfrenta Israel en cuanto a la destrucción de sus relaciones internacionales. Israel no consigue financiar sus pasos propagandísticos sin apoyo externo. Esto se debe a la creencia internacional de que todo lo ocurrido en los cien primeros días de vida del gobierno es aterrador, y este fracaso mediático se une a otros fracasos en materia de seguridad, económica y social que han sufrido los israelíes.
Parece llamativo que, junto con el reconocimiento israelí del fracaso propagandístico, se hayan hecho más llamamientos israelíes a utilizar la lengua árabe para dirigirse al público árabe. También ha habido llamamientos para promover la narrativa israelí sobre los crímenes que Israel está cometiendo contra el pueblo palestino, alegando que la falta de un plan para llegar al público árabe dará más espacio a la propaganda árabe-palestina que perjudica los intereses de Israel.
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La importancia de los medios de comunicación en el mundo actual ha sido una de las principales causas de la frustración de Israel, ya que ha visto cómo su imagen ha sido deteriorada en las redes sociales. La influencia de los medios de comunicación en la opinión pública ha aumentado considerablemente, y esto ha obligado a Israel a no descuidar su presencia en el terreno mediático, ya que sus enemigos han aprovechado la situación para difundir una imagen oscura de Israel en el mundo árabe y occidental. Todo esto se suma a los numerosos desafíos que Israel enfrenta en la región, como las amenazas nucleares de Irán, las operaciones palestinas y la inestable situación en la mezquita de Al-Aqsa.
Para Israel, el desafío es doble: por un lado, debe superar las barreras lingüísticas y culturales para llegar a la audiencia árabe, y por otro, debe enfrentarse a la cobertura mediática hostil y a las campañas de propaganda palestina. Es claro que los medios de comunicación son un frente importante en la guerra moderna, y el fracaso de Israel en este sentido lo ha llevado a la conclusión de que la propaganda es fundamental en el conflicto con los palestinos.
La situación actual inquieta a Israel, ya que sigue apostando por la superioridad militar como la única forma de decidir el destino de una batalla. Sin embargo, en la era de las redes sociales, cualquier teléfono móvil puede convertirse en una emisora de radio y difundir información a nivel global. Por lo tanto, es evidente que Israel está perdiendo la batalla mediática y que debe tomar medidas para contrarrestar la propaganda palestina y mejorar su imagen en el mundo árabe y occidental.
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