Los Estados árabes están buscando estrechar sus lazos con el presidente sirio Bashar al-Assad, pero el camino hacia una relación más cercana parece lleno de obstáculos. A cambio de permitir el regreso de Siria a la Liga Árabe, los líderes árabes exigen que Assad tome medidas para detener el creciente tráfico de drogas en el país, en particular la producción y el contrabando de la anfetamina Captagon, que se cree se exporta a toda la región desde Siria.
Este comercio ilícito se ha convertido en una preocupación importante para los líderes árabes, que también están preocupados por el papel del Irán islamista chií en el país. Además, la vuelta de millones de refugiados que huyeron de Siria aumenta la presión para abordar el problema del tráfico de drogas.
Aunque las autoridades sirias han negado su participación en el comercio, muchos funcionarios y familiares de Assad enfrentan sanciones occidentales por su presunta implicación. A pesar de ello, el gobierno sirio ha buscado sacar provecho de la situación, planteando sus propias exigencias en las negociaciones con los líderes árabes.
Ataques aéreos
La reunión, a la que asistieron ministros de Egipto, Irak, Arabia Saudí y Jordania, dio lugar a una declaración en la que Siria se comprometía a ayudar a poner fin al narcotráfico y a trabajar durante el próximo mes para identificar a los productores y transportistas de estupefacientes.
Para subrayar la profunda preocupación árabe por este asunto, Jordania llevó a cabo el lunes ataques aéreos en Siria, matando a un traficante de narcóticos sirio y atacando una fábrica vinculada al grupo libanés Hezbolá, respaldado por Irán, según informaron fuentes locales y de inteligencia.
Hezbolá, que desplegó combatientes en Siria para ayudar a Assad en la guerra, ha negado cualquier implicación en el tráfico de drogas.
Ayudado por Irán y Rusia, Assad no ha dejado de derrotar a sus enemigos rebeldes, algunos de los cuales contaban con el apoyo de Estados árabes aliados de Estados Unidos que ahora han restablecido sus lazos. Entre ellos se encuentra Arabia Saudí, que también está estrechando lazos con Irán, aliado de Assad.
La guerra ha destrozado la otrora productiva economía siria, demoliendo infraestructuras, ciudades y fábricas.
El Captagon ha sido durante mucho tiempo una parte lucrativa de la economía de guerra siria, cuyo valor se estima en miles de millones de dólares al año.
Jordania ha comunicado a Siria que considera la droga una amenaza para su seguridad nacional, según un alto funcionario jordano.
"La presión en la frontera es enorme y no se trata de bandas. Está claramente apoyada por milicias respaldadas por Irán y atrincheradas dentro del Estado", afirmó el funcionario.
Compensación
Arabia Saudí, un gran mercado para el Captagon, ha propuesto compensar a Siria por la pérdida del comercio en caso de que se detenga, según una fuente regional cercana a Damasco y una fuente siria próxima al Golfo con conocimiento de los contactos.
La fuente regional dijo que Arabia Saudí había ofrecido 4.000 millones de dólares -basándose en lo que Riad estima que vale el comercio- y que la propuesta se había hecho durante una visita a Damasco del ministro saudí de Asuntos Exteriores, el príncipe Faisal bin Farhan.
Los fondos se definirían como ayuda agrícola, dijo la fuente. La fuente siria confirmó que Riad había propuesto una suma que se pagaría como ayuda humanitaria, pero no pudo decir cuánto.
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Ni los gobiernos de Siria ni de Arabia Saudí respondieron a las peticiones de comentarios.
Un diplomático árabe del Golfo en la región dijo: "Deben dejar de exportar drogas, y saben que el Golfo está dispuesto a invertir cuando haya señales de que esto está ocurriendo realmente".
Dos fuentes occidentales conocedoras de los contactos árabes con Siria afirmaron que sería necesario un pago para apartar a las unidades armadas vinculadas al Estado del comercio de Captagon.
Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea han impuesto nuevas sanciones a Damasco en las últimas semanas por el Captagon. En concreto, acusan a Maher Al-Assad -hermano de Bashar y jefe de la Cuarta División del Ejército- de facilitar la producción y el tráfico de Captagon.
Estados Unidos ha afirmado que no normalizará los lazos con Assad, y sus sanciones siguen plenamente vigentes.
En declaraciones a la prensa el mes pasado, la subsecretaria de Estado estadounidense, Barbara Leaf, destacó las iniciativas de los socios regionales de Washington para romper el hielo con Assad y les instó a obtener algo a cambio.
"Yo pondría el fin del comercio de Captagon en primer lugar, junto con otras cuestiones", declaró.
Mohanad Hage Ali, del Centro Carnegie de Oriente Medio, afirmó que la necesidad imperiosa de ayuda exterior de Assad condicionaría la cooperación tanto en la cuestión de los refugiados como en la del Captagon.
Pero, advirtió: "La capacidad del régimen para prestar ayuda es tan limitada como su soberanía, que ahora comparten varios actores, entre ellos Rusia, Irán y grupos paramilitares locales".
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