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La conmemoración simbólica de la Nakba en la ONU expuso el odio de Israel a la verdad

El violonchelista y compositor Naseem Alattrash, nominado a los premios Grammy, dirige una composición musical sobre la Nakba con la Orquesta Árabe de Nueva York junto al ganador de un Grammy Eugene Friesen durante la ceremonia de conmemoración del 75º aniversario de la declaración de independencia de Israel, que los palestinos llaman la Gran Catástrofe (Nakba), y su migración forzada de palestinos en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, Estados Unidos, el 15 de mayo de 2023 [Selçuk Acar - Anadolu Agency].

"La idea de que una organización internacional pueda calificar de catástrofe o desastre el establecimiento de uno de sus Estados miembros es espantosa y repulsiva", escribió el embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, al pedir a los diplomáticos de la ONU que se abstuvieran de asistir a la conmemoración sin precedentes de la Nakba de 1948 por parte de la Asamblea General de la ONU. A decir verdad, la acción más repulsiva fue la aceptación por parte de la ONU de la empresa colonial de colonos israelíes como Estado miembro en 1948, a expensas de la población palestina sometida a una limpieza étnica, cuya tierra fue (y sigue siendo) usurpada, y cuyo legítimo retorno a su tierra era una condición aún incumplida de la adhesión de Israel a la ONU.

La conmemoración de la Nakba, aunque significativa, palidece en comparación con la complicidad de la ONU en permitir que Israel prospere. ¿Cómo puede la ONU aprovechar la memoria histórica palestina para una conmemoración, cuando no se refiere a ella en términos de los derechos políticos del pueblo palestino, o del derecho legítimo a resistir por todos los medios a la ocupación militar de Israel?

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"Esta es una ocasión para destacar que los nobles objetivos de justicia y paz, requieren reconocer la realidad y la historia de la difícil situación del pueblo palestino y garantizar el cumplimiento de sus derechos inalienables", afirmaba la página web de la ONU, sin la menor incomodidad al saber que la organización internacional garantiza todo lo contrario.

Sin embargo, la conmemoración, a pesar de la hipocresía reinante en sus anfitriones, bastó para que Israel entrara en pánico, dejando al descubierto su paranoia ante la posibilidad de que se concienciara lo suficiente sobre el hecho de que el pueblo palestino está sufriendo un agravio político de décadas que en realidad es reversible. Todo lo que se necesitaría sería una oposición política suficiente al statu quo de normalizar el Estado colonial de colonos y respaldar el moribundo compromiso de dos Estados.

Según el Times of Israel, 32 países declararon que boicotearían el acto, diez de ellos miembros de la UE. La influencia diplomática que ejerce Israel a nivel internacional es considerable; no sólo varios países escucharon la petición de Erdan, sino que también consiguió convencer a algunos países de una narrativa pro palestina inexistente en la ONU. La narrativa de la organización sobre Palestina es errónea y totalmente proisraelí. Que Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá boicotearan el acto era previsible; tanto Estados Unidos como Canadá son Estados coloniales, y Gran Bretaña es una antigua potencia colonial, por lo que su lealtad al Estado del apartheid es fuerte. Además, la falta de condena de Israel como entidad colonial que priva a los palestinos de sus tierras impulsó la normalización del colonialismo y de la violencia colonial de los colonos.

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Esto significa que la importancia que podría haber inspirado una exposición de este tipo se perdió como consecuencia de la propia complicidad de la ONU a la hora de dar cierta credibilidad a la falsa narrativa de Israel. Una sola conmemoración de la Nakba no puede competir con décadas de apoyo colonial. Hay que recordar que la ONU se basa en gran medida en el simbolismo y ha coaccionado a los palestinos para que sigan la misma narrativa. Sin embargo, la memoria colectiva de los palestinos no es simbólica, es una realidad vivida, que la ONU prefiere ignorar.

Y sin embargo, Israel sigue sintiéndose amenazado ante la idea de que sus atrocidades salgan a la luz. Aunque Erdan armó mucho jaleo con el acto simbólico de la ONU sobre la Nakba, lo cierto es que Israel es reacio a cualquier exposición de la memoria relacionada con la Nakba. La reticencia a exponer sus propios archivos al escrutinio académico es un ejemplo de ello. Lo que el acto de la ONU puso de manifiesto es que a Israel le seguirá costando ocultar la violencia de su creación en tierras usurpadas de Palestina, a pesar de la falta de voluntad de la comunidad internacional para poner fin al colonialismo y la violencia del Estado.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente

 

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MEMO Staff Writer

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