Cada vez que se oye un portazo, Bissan Al-Mansi, de 10 años, lo confunde con una bomba. Ha pasado más de una semana desde la última ronda de combates con Israel en Gaza, pero Al-Mansi dice que sigue teniendo pesadillas, informa Reuters.
Psiquiatras locales dijeron que los síntomas de Al-Mansi eran comunes entre muchos niños que viven en el enclave, que experimentan falta de sueño, ansiedad, enuresis, así como una tendencia a permanecer pegados a sus padres y evitar salir al exterior.
Los palestinos han vivido varias guerras con Israel desde 2008, lo que ha hecho casi imposible su curación, ya que las causas siguen siendo las mismas, afirman expertos locales e internacionales. Según ellos, el número de niños que necesitan ayuda de salud mental asciende a casi una cuarta parte de los 2,3 millones de habitantes del enclave, que vive bajo un bloqueo paralizante impuesto por Israel y Egipto, que controlan y restringen las fronteras de la Franja de Gaza.
Estudios anteriores realizados en Israel también revelan que los niños israelíes expuestos continuamente al lanzamiento de cohetes en zonas cercanas a Gaza experimentan altos niveles de estrés, agresividad y ansiedad.
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La última oleada de disparos transfronterizos, que duró cinco días, comenzó con ataques aéreos israelíes contra supuestos comandantes de la Yihad Islámica en Gaza. Según las autoridades israelíes, se dispararon más de 1.000 cohetes contra Israel. En total, murieron 33 palestinos en Gaza, incluidos niños, así como seis presuntos comandantes del grupo armado, mientras que un trabajador israelí y otro palestino perdieron la vida en Israel.
No hay refugios antiaéreos seguros en Gaza, donde más del 50% de los palestinos viven en la pobreza y no tienen otro lugar donde guarecerse que en sus casas. Las autoridades palestinas y las organizaciones humanitarias internacionales han advertido de que el sistema sanitario está al borde del colapso. El acceso a los servicios sanitarios es limitado, los desplazamientos están gravemente restringidos y las cicatrices psicológicas son profundas, según los grupos de ayuda.
"Mis sueños han cambiado, antes eran más bonitos", dijo Al-Mansi, que acude a un psiquiatra desde que terminaron los combates. "Tengo mucho miedo. Ya no puedo dormir por las noches".
La casa de la niña, en Deir Al-Balah, en el centro de Gaza, fue una de las varias viviendas que resultaron dañadas o destruidas cuando Israel bombardeó su barrio tras dar a los residentes unos 30 minutos para evacuar.
Al-Mansi, una de cinco hermanos, dijo que ahora tenía demasiado miedo para salir a la calle, aunque fuera a jugar con sus amigos. Antes de los combates, se levantaba temprano, ansiosa por ir a la escuela, donde sus asignaturas favoritas son árabe e historia, pero desde que terminaron los combates no ha vuelto.
"Si alguien da un portazo, me imagino que es un ataque aéreo", explica.
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"Bombardearon toda la plaza"
Según responsables de Hamás, el partido político islamista de Gaza, la última ronda de ataques aéreos israelíes, que comenzó el 9 de mayo, destruyó 100 viviendas y dañó 2.000 edificios. El Coordinador Especial de la ONU para el Proceso de Oriente Próximo, Tor Wennesland, condenó los ataques aéreos israelíes que mataron a civiles, mientras que Israel negó que atacara a civiles. Wennesland también condenó el lanzamiento "indiscriminado" de cohetes hacia Israel.
Activistas sociales, médicos de la Media Luna Roja Palestina y psiquiatras recorrieron las zonas afectadas y se reunieron con los niños y sus familias para ofrecerles orientación sobre la recuperación.
"He venido aquí para distraerme de la presión", dijo Joudy Harb, de 11 años, mientras voluntarios disfrazados de dibujos animados pintaban la cara de los niños, jugaban y bailaban. "Dijeron que querían bombardear dos casas y, en vez de eso, bombardearon toda la plaza".
Según funcionarios del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), la mitad de los jóvenes de Gaza -unos 500.000 niños- podrían necesitar apoyo psicológico tras 11 días de enfrentamientos en 2021 entre los gobernantes de Hamás en Gaza e Israel.
Funcionarios de la ONU y expertos palestinos en salud mental afirmaron que, por el bienestar de todos los niños y por su futuro, es necesaria una solución pacífica a largo plazo a la ocupación militar israelí, que evite la repetición de las guerras y sea sostenible.
Tras otra ronda de enfrentamientos, las familias palestinas afirmaron que los síntomas traumáticos que padecen sus hijos han empeorado.
"Desgraciadamente, el miedo sigue instalado en sus corazones", declaró Mazeyouna Al-Mansi, tía de la niña.