Tras una primera vuelta muy reñida, el turco Erdogan se ha proclamado claro vencedor de las elecciones presidenciales del pasado domingo. Tras superar los mayores desafíos políticos a los que se ha enfrentado nunca, con una coalición formada por seis partidos de la oposición, espera que su tercer mandato refuerce aún más su control del poder. Los opositores han expresado su consternación, ya que los resultados del escrutinio reflejan crudamente las profundas divisiones políticas del país. Aunque Erdogan ha sido reelegido con una cómoda mayoría en el Parlamento, los próximos cinco años serán decisivos para el Presidente, que deberá hacer frente a un amplio abanico de problemas, como la economía, en declive en los últimos años.
En relación con esta cuestión económica, muchos expertos esperan una vuelta a la ortodoxia económica, en la que debería dar voz al Banco Central en el futuro. El Presidente necesita urgentemente reconstruir ciudades enteras devastadas por el terremoto, algo que va a costar 100.000 millones de dólares. Para ello tendrá que tender puentes con Estados Unidos y la UE.
Los lazos de Erdogan con la comunidad internacional se han tensado en los últimos años, pero está dando indicios de que está dispuesto a arreglar las cosas, sobre todo después de confirmar que quiere unas relaciones más estrechas con Occidente a cambio de más ayuda financiera para arreglar la economía y reconstruir las ciudades devastadas por el terremoto. El Presidente Erdogan dijo a su pueblo que ahora espera unir a todos los que le votaron o votaron a la oposición. Habrá que esperar para ver si es capaz de cumplir todas esas promesas.
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más de cerca los retos a los que se enfrenta el presidente Erdogan al comienzo de su nuevo mandato. La economía de Turquía está en crisis, y su población tiene que hacer frente a un elevado coste de la vida. La lira turca ha perdido casi un 340% frente al dólar estadounidense, pasando de 3 a 20 liras durante los cinco años del último mandato del Presidente, y la inflación supera el 50%. La lira se debilitó otro 1% a principios de esta semana, hasta 20,31 por dólar. Los críticos culpan a Erdogan de negarse a subir los tipos de interés. El presidente turco ha tomado una extraña decisión al bajar el tipo de interés mientras la inflación se mantenía en niveles elevados. Esto es lo contrario de lo que el FMI suele instar a hacer a los gobiernos, subir los tipos de interés antes de frenar la inflación. Su filosofía al aplicar tipos de interés bajos es permitir que las personas que piden dinero prestado a los bancos lleguen a fin de mes y que los inversores encuentren tipos de interés bajos.
En otro orden de cosas, el Presidente también se enfrenta a la ingente tarea de unir a una nación profundamente polarizada. Aunque Erdogan prorrogó su mandato de 20 años tras derrotar a su rival Kemal Kilicdaroglu por 52% a 48%, la oposición ha criticado al gobierno de Erdogan por su postura sobre los refugiados sirios. Afirman que no existe un plan claro para resolver la cuestión de la inmigración. Por otra parte, Erdogan ha acusado a su rival de ponerse del lado de los combatientes del PKK, a los que su partido considera terroristas. Mientras tanto, millones de personas en el suroeste de Turquía siguen viviendo en casas improvisadas tras los devastadores terremotos de febrero. Erdogan ha prometido dar prioridad a la reconstrucción de esas zonas.
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Erdogan gana las elecciones de 2023 en Turquía - Caricatura [Sabaaneh/Monitor de Oriente].
En resumen, el gobierno recién elegido tiene dos retos principales. El primero es aplanar la curva de la inflación y equilibrar el presupuesto del déficit comercial, porque Turquía exportó 250.000 millones de dólares el año pasado e importó más de 360.000 millones, hay un déficit de 110 dólares. La segunda cuestión importante es crear lazos entre la población turca local y los solicitantes de asilo o inmigrantes. Para salvar la brecha entre ambos bandos, los inmigrantes ricos deben esforzarse más por obtener el pasaporte turco y los solicitantes de asilo deben asimilarse más a la sociedad aprendiendo la lengua turca y entrando en los mercados laborales. Si Erdogan consigue abordar estas cuestiones, Turquía tendrá, sin duda, un futuro brillante, sobre todo con el talento de su enorme población joven, a diferencia de la envejecida población europea.
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