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Victoria de Erdogan en su tercer mandato: logros y retos para completar el proyecto de la "Nueva Turquía"

Simpatizantes del presidente turco Recep Tayyip Erdogan se reúnen en el Complejo Presidencial mientras el presidente turco Recep Tayyip Erdogan se dirige para celebrar la victoria de la reelección en la segunda vuelta presidencial en Ankara, Turquía, el 28 de mayo de 2023 [Halil Sağırkaya - Anadolu Agency].

Han proliferado diversos análisis paralelos a la escena electoral turca, desde su inicio hasta su conclusión, con la "histórica" victoria del presidente Recep Tayyip Erdogan. Esto podría atribuirse a las razones políticas y económicas que rigen el panorama turco, regional e internacional, además de las influencias que la figura de liderazgo de Erdogan ha impartido en la escena pública.

La victoria de Erdogan para un tercer mandato, a pesar de los importantes preparativos de la oposición y de una unidad sin precedentes entre sus seis partidos, así como de los cálculos internos y externos que se basaban en las actuales realidades políticas y económicas turcas, abre la puerta a un intento de comprender las razones que subyacen al afianzamiento de las políticas del partido "Justicia y Desarrollo" durante los últimos años. Esto incluye también la personalidad "carismática" del presidente Erdogan y su determinación de aplicar ambiciosos programas para el progreso y la prosperidad de la nación turca, a pesar de los imponentes desafíos internos y externos que siguen intensificándose. A ello se suma la continua afirmación por parte de Erdogan de la independencia turca en la toma de decisiones, aunque a veces esto signifique nadar contra poderosas corrientes regionales e internacionales.

Además de la explotación por parte de la oposición de las cuestiones políticas exteriores, el mayor énfasis se puso en el problema económico, en particular la inflación y la subida de los precios. Sin embargo, esto se encontró con una división, dado que el gobierno del partido "Justicia y Desarrollo", que ha durado más de dos décadas, representa el primer período durante el cual Turquía fue testigo de un crecimiento económico sustancial, especialmente en términos de proyectos de infraestructura a gran escala, incluyendo hospitales, universidades, aeropuertos, carreteras, redes ferroviarias y trenes subterráneos.

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Junto a los logros del partido Justicia y Desarrollo, destacan las grandes mentes del líder político, que demuestra su capacidad para llevar a cabo un proyecto de desarrollo de la sociedad a nivel nacional, al tiempo que otorga al Estado una posición fundamental e influyente a nivel regional e internacional, en todos los niveles.

La experiencia turca durante el mandato del presidente Recep Tayyip Erdogan podría servir de modelo para examinar ciertos aspectos, demostrando el alcance y la naturaleza del cambio social a medida que Erdogan ascendía a puestos de liderazgo, convirtiéndose finalmente en el gobernante de la nación. Ha remodelado y reformado la identidad del Estado y la actuación política regional e internacional.

El Presidente Erdogan es una opción popular, ya que fue elegido Presidente por su pueblo por primera vez mediante votación directa en agosto de 2014. Antes de ello, desempeñó funciones de liderazgo como Primer Ministro y Alcalde de Estambul, tras haber sido el líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo, que cuenta con la mayoría de escaños en el Parlamento turco.

Los primeros días de este joven empobrecido se vieron marcados por las dificultades de la vida, ya que tuvo que asumir la responsabilidad de ayudar a su familia a sufragar sus gastos educativos vendiendo sandías y simit durante sus primeros años de escolarización. La experiencia de su infancia le dejó una huella imborrable de resiliencia y determinación para alcanzar metas y ambiciones.

Erdogan reforzó estas cualidades con una conciencia política y social que le capacitó para entrar en la arena política. Se afilió al Partido de Salvación Nacional, dirigido por Necmettin Erbakan, a finales de los años setenta del siglo pasado.

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Posteriormente, su conciencia política le llevó a evaluar objetivamente las circunstancias de su tiempo. Volvió a la actividad política a través de su participación en el Partido del Bienestar pocos años después del golpe de 1980, que supuso la abolición de los partidos políticos. En 1994 se presentó como candidato a la alcaldía de Estambul por su partido. Su energía dinámica, su capacidad para conectar con el público y el programa político del partido, que respondía a las aspiraciones de su pueblo, además de la gran capacidad organizativa del partido, contribuyeron a su victoria.

Al comprender las necesidades de la escena política, supo jugar sus cartas sin comprometer sus principios fundamentales. La creación del Partido de la Justicia y el Desarrollo, junto con sus camaradas tras la prohibición del Partido de la Virtud al que pertenecía, presentó un nuevo frente político para la última organización política. Sin embargo, el contenido intelectual sostenido por Virtud y Erbakan siguió siendo el mismo después de que la organización prohibida chocara con la institución militar que se ha considerado a sí misma garante del sistema republicano laico desde el gobierno de Kemal Ataturk.

Al asumir el poder, Erdogan adoptó una política de apertura hacia los países vecinos, trabajando para abordar cuestiones históricas complejas como la cuestión kurda y el contencioso con Grecia. También intentó tender puentes con Europa, los antiguos Estados de la Unión Soviética y los países árabes e islámicos.

En política interior también cosechó innumerables éxitos. Erdogan dirigió lo que puede compararse a una revolución desarrollista, que alteró la realidad de la economía turca. Para una persona que encarna la integridad, el honor y da prioridad a los intereses de la nación y sus ciudadanos, adoptar la imagen de una economía integradora no fue difícil. Esta economía pretende dar un salto cualitativo hacia una economía diversificada que proporcione a su pueblo prosperidad y una vida digna.

Las cifras durante su mandato hablan por sí solas, señalando a un país que estaba -antes de que el Partido de la Justicia y el Desarrollo tomara el poder- sometido a préstamos del Fondo Monetario Internacional que, a su vez, provocaron un aumento de la deuda externa, un incremento del déficit presupuestario, el cierre de miles de empresas, una disminución de sus inversiones y, en consecuencia, un aumento de las tasas de desempleo.

Sin embargo, el prometedor programa económico y político del Partido de la Justicia y el Desarrollo y la honradez y el alto rendimiento de sus políticos cambiaron las tornas. Levantó al país de las costas del desempleo y las altas tasas de pobreza, la parálisis de las inversiones y la recesión a la inmensidad de la recuperación, el progreso económico y la rápida mejora del nivel de vida del ciudadano turco.

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Las cifras indican que la renta per cápita anual pasó de 3.500 dólares en 2002 a 17.468 dólares, según las estadísticas del Programa Económico Turco de 2013. Las exportaciones del país alcanzaron los 36.000 millones de dólares y siguieron aumentando, hasta llegar a los 140.000 millones en 2013. Desde principios de 2023, año en el que Turquía celebra el centenario de la creación de la República Turca, han logrado incrementos récord.

Políticos del calibre de Erdogan, arraigados en su humanidad, con una visión clara y unos principios que no aceptan la doble interpretación ni la ambigüedad, podrían trazar una hoja de ruta a seguir por el Estado en su política exterior de forma que no admita vaguedades. A pesar de los importantes desafíos en la región y en la zona, se mantuvo firme en unos principios humanitarios sin parangón.

Erdogan dio pasos significativos en la defensa de la causa palestina, a pesar de los lazos económicos y políticos establecidos previamente con el Estado ocupante por sus predecesores. Junto con otros cambios en política exterior, mostró una audacia pocas veces vista en un país que no es conocido por sus drásticos cambios de política, especialmente en cuestiones regionales.

Erdogan tomó valientemente decisiones fundamentales sobre el Estado ocupante, cortando los lazos diplomáticos y congelando todos los canales con Israel. Esto fue en respuesta a las violaciones contra el pueblo palestino en Gaza, incluidos los simpatizantes turcos y árabes y las personas internacionales que intentaban expresar su rechazo al injusto asedio a la Franja de Gaza. Un bloqueo que ha agotado la humanidad de la comunidad internacional, ya que no ha conseguido aliviar la injusticia que sufren los niños, las mujeres, los ancianos y todos los civiles asediados de Gaza.

El incidente con el buque "Mavi Marmara" tras la piratería israelí contra personas turcas e internacionales a bordo, en el mar Mediterráneo en mayo de 2010, con el resultado de decenas de muertos y heridos, no fue la única motivación para que Turquía tomara medidas decisivas contra el Estado ocupante. En cambio, una posición de principios en apoyo de causas justas, en particular la causa palestina, sigue siendo una constante en la política turca bajo el gobierno de Erdogan.

Esta postura turca de principios ha sido evidente en otras cuestiones regionales, como el apoyo político y humanitario al pueblo sirio durante los años de la revolución, acogiendo a cientos de miles de sus refugiados, y apoyando las aspiraciones de otros pueblos de la región a alcanzar las libertades políticas y la autodeterminación.

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Con la valentía que le caracteriza, Erdogan desempeña un papel activo y de liderazgo a la hora de abordar cuestiones existenciales y justas. La postura de Turquía ha sido notablemente distinta en la cuestión de Jerusalén recientemente, tras la desafortunada decisión del presidente estadounidense Donald Trump de reconocer la ciudad santa como capital de Israel y su intención de trasladar allí la embajada estadounidense.

La condena del presidente turco a la medida estadounidense y su protagonismo en la escena política tras su convocatoria de una cumbre islámica en respuesta a la decisión estadounidense, junto con su declaración explícita de rechazo total a la decisión, independientemente de las consecuencias, hablan de la política de principios firmes adoptada por los dirigentes turcos. Esta percepción de las implicaciones de una decisión que perpetúa el crimen histórico de violar y usurpar los derechos del pueblo palestino, además de los derechos de más de mil quinientos millones de musulmanes en Jerusalén, no puede subestimarse. A ello se añaden las repercusiones políticas y de seguridad, que resumió diciendo que "tomar una decisión así pone al mundo, y especialmente a la región, en un círculo de fuego", y que "Jerusalén es una línea roja para los musulmanes", como declaró Erdogan a los medios de comunicación tras conocerse la decisión estadounidense.

El apoyo generalizado al Presidente turco tiene claros indicios. Erdogan, a través de su personaje populista que resuena entre las masas, ha conseguido abordar de cerca las preocupaciones de su pueblo, familiarizándose con sus problemas y ansiedades. Se ha convertido en un defensor de los turcos con bajos ingresos y, de hecho, de las personas con bajos ingresos en todo el mundo. Prueba de ello es la movilización popular en torno al liderazgo turco durante el fallido intento de golpe de Estado de julio de 2016. Los ciudadanos salieron a la calle en respuesta al llamamiento a la legitimidad política, enfrentándose a pecho descubierto a tanques y vehículos blindados en una escena que parecía un retablo épico, que quedará grabada para siempre en la memoria de todo turco y de toda persona libre. Esta demostración única de unidad entre el pueblo y sus dirigentes puso de manifiesto la determinación de la población de salvaguardar los logros y realizaciones de la Turquía moderna, bajo el gobierno de Erdogan y el Partido de la Justicia y el Desarrollo.

A través de su carisma, Erdogan ha establecido la imagen de un líder popular que implícitamente encarna el lema, "del pueblo, para el pueblo", en su actuación y sus políticas. Al establecer una hoja de ruta para el progreso y la prosperidad de Turquía, en el ámbito nacional, y una influencia positiva en el internacional, se ha ganado la confianza de su pueblo y ha introducido nuevos conceptos en la doctrina política turca. Su misión es rejuvenecerla como una nación con su historia y su patrimonio que interactúa con su entorno oriental sin ceder su profundidad occidental en Europa, ampliando así su interacción cultural allí.

Aunque Erdogan quería preservar las raíces y no renunciar a la identidad histórica de la nación turca, se enorgullecía de su filiación con la cultura islámica, personificada durante la época del Califato Otomano. Durante este periodo, el país enarboló con orgullo la bandera del "Califato" y cumplió con el deber de servir a las santidades islámicas. Esta devoción contribuyó considerablemente al sentido de dignidad y honor de la nación turca.

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Este sentimiento se extiende a las políticas del actual líder turco que, a través de sus palabras y acciones, afirma su compromiso permanente de salvaguardar los santuarios de La Meca, Medina y el Jerusalén ocupado. A través de estas políticas, Erdogan presenta consideraciones significativas que se suman al carácter de un verdadero líder, fiel a sus creencias, a su identidad y a sus orígenes, y que mantiene una conexión con la historia.

Erdogan tomará las riendas del gobierno por tercera vez en 2023, coincidiendo con las celebraciones del centenario del establecimiento de la República Turca en su país. Tras iniciar importantes transformaciones, ha conseguido que la Nueva Turquía pase de ser un país que, en otro tiempo, cargó con el legado de "el enfermo de Europa" a un Estado recuperado, respetado y próspero. De un país pobre, a otro que experimenta un rejuvenecimiento económico y, de un país relativamente encerrado en sí mismo, a un estado de eje e influencia en las políticas internacionales. Erdogan ha hecho promesas de un nuevo centenario que cambiará el curso de la historia e inaugura cien años de liderazgo, soberanía e independencia, hacia la culminación de la construcción de la Nueva Turquía, a pesar de los desafíos internos y externos que la acompañan.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente

 

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El Dr. Essam Yousef es el director del Comité Popular Internacional de Apoyo a Gaza.

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