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Normalización entre Egipto y Turquía: ganadores y perdedores

Personas protestan contra el presidente egipcio Abdel Fattah Al-Sisi frente al consulado egipcio en Estambul el 2 de marzo de 2019 [OZAN KOSE/AFP/Getty Images].

En un movimiento cargado de significado, tanto la parte egipcia como la turca se apresuraron a anunciar formalmente la mejora de las relaciones diplomáticas y el intercambio mutuo de embajadores, tras la victoria del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en su tercer mandato presidencial en las elecciones del 28 de mayo.

Quizás esta maniobra exterior sea el primer paso diplomático dado por Erdogan tras ganar la segunda vuelta contra su rival, Kemal Kılıcdaroglu, y recibir una llamada de felicitación del presidente egipcio, Abdel Fattah Al-Sisi. Esta llamada fue precedida por un apretón de manos en la inauguración de la Copa del Mundo de Fútbol el pasado noviembre, a la que asistió el emir de Qatar, jeque Tamim bin Hamad Al Thani.

Se esperan nuevos pasos hacia la plena normalización entre ambos países, en medio de los preparativos para una cumbre presidencial entre Erdogan y Al-Sisi prevista para este año, con el fin de concluir acuerdos de cooperación económica y de inteligencia y ultimar asuntos de interés mutuo, en particular los relativos a Libia, Siria, el gas del Mediterráneo Oriental y la oposición egipcia.

Fuerte impulsoParece que El Cairo se encontraba en estado de expectación antes de anunciar el último movimiento, a la espera de los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales turcas, especialmente dadas las esperanzas albergadas por las capitales árabes y del Golfo en una posible victoria del candidato de la oposición. Sin embargo, los resultados de las elecciones echaron por tierra esas esperanzas, por lo que Erdogan seguirá siendo Presidente de Turquía hasta 2028.

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La victoria ha reforzado la importancia del papel desempeñado por el presidente turco en diversos asuntos, tanto en el escenario regional como en el internacional, empujando a varios países, entre ellos Egipto, a ultimar sus elecciones. Se trata de acelerar el acercamiento y la normalización con Turquía, pasar página a los contenciosos e incluso tratar de obtener beneficios rápidos.

El presidente Erdogan desea persistir en una política de "cero problemas" con países influyentes, como Egipto, Arabia Saudí, EAU e Israel. Pretende atraer inversiones masivas a su país y firmar acuerdos para rejuvenecer la economía turca, sobre todo tras el devastador terremoto del pasado febrero, que se cobró la vida de 50.000 personas y costó al país la friolera de 84.000 millones de dólares en pérdidas, equivalentes al 10% del producto interior bruto del país, según la Unión de Empresas y Negocios de Turquía.

Además, el Presidente turco aspira a asegurar la pertenencia de su país al Foro del Gas del Mediterráneo Oriental, que incluye a siete países (Egipto, Jordania, Grecia, Chipre, Israel, Italia y Francia) que colaboran para transportar gas de Oriente Medio a los mercados europeos. Erdogan pretende evitar que el Foro se convierta en un adversario acérrimo de Ankara y romper este aislamiento, dado que muchos de los adversarios de Turquía pertenecen al grupo del Foro.

Por otro lado, el presidente egipcio parece tener la imperiosa necesidad de dinamizar la economía de su país y aumentar las inversiones turcas, que ascienden a 2.500 millones de dólares, a través de 200 empresas turcas que operan en Egipto, entre ellas 40 grandes compañías, según Jihad Akin, presidente de la Asociación de Empresarios Egipcio-Turcos.

El volumen comercial entre ambos países alcanzó unos 9.700 millones de dólares en 2022, de los cuales 4.500 millones correspondieron a exportaciones turcas a Egipto, mientras que las exportaciones egipcias a Turquía superaron los 5.000 millones. Hay expectativas de un aumento del volumen comercial hasta los 20.000 millones de dólares anuales en los próximos años, según el encargado de negocios turco en El Cairo, Mutlu Sen.

Los dos países aspiran a reactivar el acuerdo de transporte marítimo de Roma, congelado desde 2015, con el objetivo de utilizar los puertos egipcios para transportar las exportaciones turcas desde los puertos turcos de Mersin e Iskenderun a los puertos egipcios de Damietta y Port Said, en el Mediterráneo, antes de transferirlas posteriormente al puerto de Arabia, en el mar Rojo, y transportarlas después en buques turcos a los países del Golfo.

En otro contexto, el presidente Al-Sisi es muy consciente de que el acercamiento a Erdogan impondrá más presión y restricciones a la oposición egipcia, especialmente a los dirigentes de los Hermanos Musulmanes (calificados de grupo terrorista por las autoridades egipcias), que residen en suelo turco. Esto podría acelerar su deportación o, como mínimo, detener por completo sus actividades mediáticas y políticas.

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La presión sobre el régimen de Al-Sisi aumenta con la continuación de la guerra ruso-ucraniana por segundo año consecutivo, el estallido de la guerra en Sudán, puerta meridional de Egipto, y una nueva crisis de refugiados, además de una situación inestable en su frontera occidental con Libia. Esto hace necesaria la coordinación con Turquía en relación con los expedientes libio y sudanés, y quizás solicitar la mediación de Ankara en la crisis de la presa del Gran Renacimiento Etíope, dada la influencia de Turquía en Addis Abeba.

Durante casi una década, concretamente desde el golpe militar contra el difunto presidente egipcio, Mohamed Morsi, a mediados de 2013, los Hermanos Musulmanes, Libia, el Mediterráneo oriental y Siria han sido los asuntos más conflictivos entre El Cairo y Ankara.

El nombramiento del antiguo jefe de los servicios de inteligencia turcos, Hakan Aidan, como ministro de Asuntos Exteriores allana el camino para un cambio significativo en las relaciones entre ambos países. Como hombre de confianza del Presidente turco y artífice de los esfuerzos de acercamiento de Turquía a varias naciones árabes, entre ellas Egipto, se espera que Aidan propicie un cambio significativo.

Ganadores y perdedores

El anuncio de un intercambio de embajadores es el primer paso de una hoja de ruta que incluye una visita prevista de Erdogan a El Cairo, conversaciones sobre la demarcación de las fronteras marítimas y la firma de acuerdos económicos como piedra angular para reactivar las economías de ambos países. Además, la resolución de los asuntos pendientes repercutirá positivamente, sobre todo en el expediente libio, que también espera una hoja de ruta para celebrar elecciones presidenciales y legislativas que pongan fin al estado de división del país. En consecuencia, se espera que ambos países se aseguren una parte significativa del lucrativo proyecto de reconstrucción libio.

Si los dos países encuentran puntos en común en muchas cuestiones, Turquía reforzaría su posición en el conflicto geopolítico con Grecia y Chipre en el Mediterráneo Oriental, volcándose en iniciativas regionales de cooperación en materia de gas y energía. Esto es especialmente crucial, ya que Ankara depende del gas egipcio.

El restablecimiento de la pertenencia de Siria a la Liga Árabe podría animar a Turquía a fomentar los entendimientos con el régimen sirio, garantizando sus intereses de seguridad y facilitando el retorno de los refugiados sirios, que había sido una cuestión electoral popular a favor de la oposición turca, obteniendo la aprobación de los votantes turcos, que concedieron al candidato de la oposición el 48% de los votos.

El llamado "pivote turco", como lo denomina el investigador político Hamid Al-Masri, puede interpretarse a la luz de varias cuestiones que dictaron este cambio. Entre ellos, la consolidación de la cooperación económica, la delimitación de las fronteras marítimas, la salida de Turquía del aislamiento mediterráneo y la comprensión de la crisis libia y el reparto de intereses tras su resolución. Esto implica que ambos países se beneficiarían de estas cuestiones que afectan a sus economías nacionales y a su seguridad.

En una conversación con Monitor de Oriente, el experto egipcio hizo hincapié en el pragmatismo que subyace a la convergencia del liderazgo de ambos países. Recordó un dicho del emperador romano Marco Aurelio: "En política, no se puede cambiar la naturaleza de los hombres, pero sí utilizarlos tal y como son". Señaló que el dossier de la oposición egipcia se ha convertido en una carta en la mano de Ankara, y que los Hermanos Musulmanes serán los grandes perdedores de este cambio político. Este giro indica cambios políticos regionales más amplios, que les obligan a reevaluar el estrecho alcance de su movimiento, adoptando un enfoque político independiente que les aleja de ser un peón en los ejes regionales, y les hace más eficaces en las cuestiones de reforma de su país de origen.

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Una carta poderosa

Sin duda, el acercamiento a Turquía proporciona a Egipto una carta poderosa en sus opciones regionales. Esto coincide con los esfuerzos de mediación para iniciar una convergencia egipcio-iraní, lo que implica el deseo de Egipto de escapar de las presiones del Golfo y liberarse de la esfera de influencia saudí-emirati que ha dominado la toma de decisiones egipcia en los últimos años debido a las ayudas y préstamos, y cuyas inversiones se han limitado a adquisiciones y compra de activos.

Según una alta fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio, la convergencia entre Egipto y Turquía es necesaria, con el fin de barajar de nuevo las cartas y mediar en una reconciliación regional global impuesta por los acontecimientos mundiales y regionales, según Al Jazeera.

Es posible, por tanto, que estemos a punto de ver surgir nuevas alianzas en la región o, como mínimo, acuerdos y arreglos entre ambos países. Esto se basaría en el pragmatismo turco-egipcio, considerando los intereses compartidos y dejando atrás los puntos de desacuerdo, incluso si el tema es la Hermandad Musulmana, que ha descendido significativamente en la lista de prioridades de la agenda turca tras la muerte de Morsi a mediados de 2019, y las continuas divisiones internas y externas dentro del grupo.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente

 

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