El ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina, Riyad Al-Maliki, sigue generando contradicciones en sus esfuerzos diplomáticos. El concepto de "espera" es uno de los términos favoritos a los que recurre Al-Maliki, recordando a los diplomáticos cómo los palestinos se han visto obligados a esperar por la comunidad internacional, pero sin abordar cómo la AP avala la espera en su propia política a través del compromiso de los dos Estados.

Durante una reciente reunión en Riad con su homólogo saudí, el príncipe Faisal Bin Farhan Bin Abdulla, Al-Maliki mencionó "la necesidad de poner fin inmediatamente a la intolerable impunidad de Israel, como potencia ocupante". No cabe duda de que la comunidad internacional le aplaude por aprenderse tan bien sus líneas en cuanto a proteger realmente la impunidad de Israel.

Se nos dice que la ocupación militar de Palestina por parte de Israel comenzó en junio de 1967. Pero, ¿qué hay de Israel antes de 1967? ¿Qué pasa con el proyecto colonial sionista creado en 1948 en tierra palestina ocupada que sostiene la ocupación militar israelí de Cisjordania, Jerusalén y la Franja de Gaza? Al-Maliki, al igual que la AP y la comunidad internacional, prefiere ignorar toda la empresa colonial -y con ello condonar la limpieza étnica de la población palestina por parte de Israel- y centrarse sólo en una de sus manifestaciones, en lugar de abordar la raíz del problema: la creación del Estado de Israel en tierra palestina. Entonces, ¿quiere el ministro que la comunidad internacional elimine parcialmente la impunidad de Israel sólo en lo que se refiere a su ocupación militar de Cisjordania, Jerusalén y la Franja de Gaza? ¿Significa esto que a la AP no le preocupan las raíces del colonialismo de los colonos sionistas en Palestina?

La colonización de Palestina por parte del Israel sionista no se articula adecuadamente. Al admitir a Israel como Estado miembro, la ONU contribuyó a la consiguiente tergiversación al borrar la estructura colonial de Israel. Esto se ha convertido en una característica constante de casi todos los discursos sobre Palestina y en una de las principales razones por las que se prefiere la retórica del "conflicto" a la denuncia del colonialismo sionista de los colonos. La normalización de Israel no es un fenómeno reciente.

Además, en la prisa por borrar la Nakba de 1948 de la conciencia internacional, 1967 se ha convertido en el punto de referencia para el comienzo de la ocupación israelí. La ONU normalizó la presencia colonial de Israel en Palestina, pero fingió preocuparse por su ocupación militar. Por lo tanto, la distancia mantenida entre colonialismo y ocupación militar, en lugar de que la segunda sea un derivado de la primera, ha creado un nuevo discurso sobre Palestina, que rara vez se cuestiona, y mucho menos se debate. El borrado de Palestina se está produciendo a través de la normalización del colonialismo de los colonos al señalar sólo con el dedo la ocupación militar israelí de Cisjordania, Jerusalén y la Franja de Gaza. Ya es peligroso que la ONU participe y promueva activamente esta discrepancia. Que la AP también respalde este discurso es una traición a Palestina y a su pueblo desde dentro de Palestina por parte de algunos de sus habitantes.

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Lo mismo puede ocurrir con las prácticas de apartheid de Israel. Si la ocupación militar y el apartheid se convierten en conceptos que se sostienen por sí solos, sin contexto, la impunidad de Israel se genera en un grado sin precedentes. La fragmentación de Palestina se genera ya a tantos niveles que no hay consenso sobre lo que se define como tierra colonizada. Por otra parte, la impunidad de Israel está garantizada a través de la fragmentación de Palestina, tanto territorial como conceptual. La Palestina de la que quieren hablar los palestinos ya no existe. En su lugar, Palestina como concepto internacional ha borrado a los palestinos del mismo modo que hablar de la ocupación militar israelí de Cisjordania, Jerusalén y la Franja de Gaza ha borrado las raíces coloniales de Israel. Sólo estos últimos prosperan gracias a dicha obliteración, mientras que Palestina desaparece por completo.

Las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional no pueden convertirse en un barniz para borrar lo que Israel es en realidad: una empresa colonial de colonos en tierra palestina colonizada. El ministro de Asuntos Exteriores, Riyad Al-Maliki, seguro que lo sabe mejor, pero parece preferir la zona de confort política de la AP.

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