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El boicot de la UE a la celebración de Israel no cambia su percepción del Estado sionista

Una bandera palestina ondea en el exterior de la sede de la Comisión Europea durante la visita del presidente Mahmoud Abbás al presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, en marzo de 2016 [Dursun Aydemir/Anadolu Agency]

Los planes de Israel de celebrar el 50 aniversario de su ocupación militar de Palestina parecen haber sido rechazados por el embajador de la Unión Europea en el Estado sionista, Emanuele Giaufret. La decisión, comunicada por la oficina del embajador, desencadenó la habitual avalancha de críticas, lo cual es sinónimo a Israel y su expectativa de que todos los países, entidades e instituciones deben hacer obvia su subyugación a sus caprichos y deseos.

En las raras ocasiones en las que sucede lo contrario, los oficiales y colonos israelíes se apresuran a emitir declaraciones para criticar la decisión. Estas varían desde comentarios condescendientes a explosiones beligerantes que pretenden establecer fronteras entre el anfitrión superior y el obviamente inferior huésped.

Según Mark Gallagher, de la sección de política y prensa de la Unión Europea, Giaufret declinó la asistencia debido a “la política de la UE de no atender a eventos oficiales en territorios ocupados”. La embajada canadiense también emitió un comunicado simular: el embajador no atenderá “porque es un evento del gobierno de Israel celebrado en Cisjordania.”

Miri Regev, ministra de Cultura y Deporte de Israel, atribuyó la decisión de Giaufret a la “ignorancia”, y añadió, con gran arrogancia, que si el embajador “se molestara en aprender la historia y el patrimonio [de Judea y Samaria], pediría sentarse en primera fila”.

Según Oren Hazan, diputado de Knesset por el partido derechista Likud, “no existe ninguna barrera física que impida que el embajador atienda al evento”. Apoyando al berrinche político de Israel, el antiguo embajador de EEUU, Michael Oren, intentó persuadir a Giaufret, calificando su negativa de “indignante” e insistiendo en que “si la Unión Europea y Europa quieren tener importancia en la región, deben aceptar hechos que llevan así 50 años”.

Leer: El embajador de la UE en Israel rechaza asistir a una cumbre pro-asentamientos

Aún está por ver a cuánto llegará la UE con su decisión de boicotear la conmemoración de Israel de la guerra de 1967. Hasta ahora, Europa ha aprovechado oportunidades políticas visibles para afirmar su independencia, mientras continua sus relaciones diplomáticas con Israel. La decisión de Giaufret no es una novedad, es meramente una postura en línea con la fachada pacífica de la UE. Sobre esta base, Europa continúa advocando por la solución de dos Estados; la ilusión de las negociaciones también puede considerarse una metáfora de su primer involucramiento en el proceso de colonización y su renuencia a actuar a favor de los derechos palestinos.

Sin embargo, Israel también deja expuesta su dependencia de la comunidad internacional a la hora de reforzar su imagen. Con cada decisión comunicada que Israel considera incorrecta o, en el mejor de los casos, mal calculada, también revela sus frágiles bases; que está construido sobre el terrorismo y la limpieza étnica premeditada, que allanó el camino para fabricar una narrativa histórica que acomodara una sociedad de colonos ilegales. Su continua existencia es una manifestación de la negativa internacional a unirse para la descolonización de Palestina.

Es en este contexto en el que debe considerarse la decisión del embajador de la UE. Negarse a atender a un evento es simplemente un cambio de protocolo, y, de ningún modo, sugiere un cambio de la percepción de la Unión Europea sobre Israel, su proceso de colonización y su deshumanización de los palestinos.

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MEMO Staff Writer

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