Los combates que estallaron ayer en la capital libia de Trípoli interrumpieron el alto el fuego que había sido negociado con la ayuda de la ONU este mismo mes, de acuerdo con el Libya Observer.
Los enfrentamientos comenzaron en la Carretera del Aeropuerto. Las fuerzas de Liwaa Al-Summod, lideradas por el antiguo líder de Amanecer Libio Salah Badi, y las fuerzas del Departamento Central de Seguridad dirigidas por Abdelghani Al-Kikli se han acusado mutuamente del reanudamiento de los combates.
En el curso de los enfrentamientos fueron dañados varios generadores eléctricos en Hadba Sur, lo que ocasionó apagones desde Trípoli hasta Ras Ajdair.
Los estudiantes de la Universidad de Trípoli que debían examinarse ese día también se vieron afectados, puesto que muchos de ellos no pudieron llegar al lugar del examen. El ministro de Educación Othman Abdeljalil prometió que los exámenes se celebrarían a partir de ahora en zonas más seguras, y añadió que las ausencias de los estudiantes que no consiguieron llegar a tiempo se considerarán justificadas.
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Inicialmente, los enfrentamientos habían estallado a finales de agosto. La Séptima Brigada de la ciudad de Tarhuna comenzó a guerrear contra dos milicias de la capital, las Brigadas de los Revolucionarios de Trípoli y los Nawasi, con motivo de la distribución de recursos. 63 personas perdieron la vida en los combates y cientos resultaron heridos. Además, un ataque contra el único aeropuerto funcional de la ciudad obligó a suspender todos los vuelos.
La Misión de la ONU en Libia consiguió mediar en la negociación de un alto el fuego, aunque las tensiones entre las diversas milicias en la capital no cesaron. Desde la revuelta contra el régimen del dictador Muammar Ghaddafi en 2011, el país se ha hundido en una espiral de inestabilidad y violencia.
En 2014, Libia se vio dividida en dos, con el general Jalifa Haftar emergiendo poco a poco como la figura dominante en el este, alineado con un parlamento y un Gobierno regionales, en oposición al Gobierno reconocido internacionalmente, con sede en la capital occidental, Trípoli.
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La intervención extranjera también ha complicado las divisiones internas. Las fuerzas de Haftar cuentan con el apoyo de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí e Israel. A pesar de que Emiratos respalda en público las resoluciones de la ONU, su apoyo a Haftar ha sido atribuido al deseo de reforzar al líder libio como alternativa a las fuerzas islamistas en la región, ayudadas por Catar y Turquía.
Las diversas milicias se han hecho fuertes al amparo de la falta de control por parte de las autoridades, con lo que los enfrentamientos súbitos se han vuelto frecuentes en muchas zonas.
En mayo, las diversas facciones acordaron que se celebraran elecciones el 10 de diciembre, y la ONU está liderando los esfuerzos para estabilizar el país de cara a los comicios.
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