Al menos siete personas han muerto en los enfrentamientos que han estallado en la capital libanesa, Beirut, a raíz de una protesta organizada por grupos chiíes contra la investigación en curso sobre la enorme explosión del año pasado que mató a más de 200 personas.
Los movimientos políticos y paramilitares chiíes, Hezbolá y Amal, convocaron ayer protestas contra la investigación, exigiendo la destitución del juez Tarek Bitar, que dirige la investigación y que también está investigando el posible papel de estos grupos en la explosión.
Sin embargo, las protestas no tardaron en volverse violentas cuando los partidarios de Hezbolá y Amal invadieron las calles de la capital y dañaron coches y propiedades. En las redes sociales se difundieron imágenes del suceso, que mostraban a partidarios armados disparando en los barrios, a francotiradores disparando desde los tejados y a hombres enmascarados utilizando RPG.
Como resultado, se pudieron ver cadáveres en el suelo y los escolares se refugiaron en los pasillos de las escuelas para protegerse de los disparos.
Las tensiones sectarias fueron especialmente elevadas durante las protestas, ya que en un vídeo se oía a los manifestantes gritar "chiíta, chiíta", y luego se informaba de que los lugareños contrarios se enfrentaban a ellos. Hezbolá y sus partidarios han afirmado también que hombres no identificados les dispararon con francotiradores desde los tejados, lo que les llevó a tomar represalias.
El ejército libanés se vio obligado a desplegarse por la capital, deteniendo a algunos de los francotiradores e intentando controlar y minimizar los enfrentamientos.
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Bitar, el juez que dirige la investigación sobre la explosión, es el segundo juez que desempeña esa función después de que el anterior -Fadi Sawan- se viera obligado a abandonar el cargo y fuera destituido en febrero debido a la enorme oposición de grupos políticos y ministros tanto chiíes como suníes.
Pero Bitar se ha ganado especialmente la ira de Hezbolá, que le ha acusado de ser parcial y de señalar para la investigación a políticos aliados y afiliados al grupo.
A pesar de que el actual gobierno libanés sólo tiene un mes de vida, ya se ha visto obligado a hacer frente a una serie de crisis que afectan al país: política, económica y sectaria. Tras un año de fuerte caída de la moneda libanesa y de limitación de los productos de primera necesidad, el país sufrió hace unos días un apagón total por falta de combustible y electricidad suficientes.
Ahora, con los actuales enfrentamientos en las calles de Beirut, las escenas de conflicto y destrucción han reavivado el recuerdo de la guerra civil que asoló el país en las décadas de 1970 y 1980. Muchos ya han pronosticado que las numerosas crisis -agudizadas por las tensiones sectarias y la falta de estabilidad política- podrían desembocar en el estallido de otra guerra civil.